Un nuevo "souls-like" entra en la escena. Dolmen parece cumplir con todos los cánones, pero ¿cual es el resultado?
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Hoy nos toca evaluar otro discípulo del legado de From Software. Sin mesuras ni medias tintas, Dolmen es un souls-like en toda regla, un RPG de acción cuyas mecánicas van casi a la par con ese «manual inexistente» con el que se escriben los juegos que quieren seguir ese estilo en lo que ya hemos llamado en más de una ocasión, un género totalmente nuevo surgido en la última década. Massive Work es el estudio encargado de este proyecto, que es el primero surgido de Prime Matter, el nuevo sello apadrinado por Koch Media que quiere diversificar el portfolio de esta con apuestas a títulos rompedores y con futuro.
Dolmen se encuadra en el segmento más futurista de los souls-like, con una apuesta muy orientada al horror cósmico lovecraftiano, que nos pone en una lejana y remota situación sucedida en Revion Prime, un planeta en el que los humanos han enviado un contingente de trabajadores genéticamente mejorados (los Taladradores) para extraer minerales de él. Allí descubren que hay una gran cantidad de «Dolmen», una especie de material con un poder inmenso en su interior, capaz de abrir brechas dimensionales y con un potencial ilimitado.
El problema viene cuando Revion Prime se ve totalmente invadida por unas criaturas hostiles de la raza de los Nikiderma, la cual viaja entre dimensiones para hacerse con todo el Dolmen y dominar el espacio-tiempo. La estación de refinado de Dolmen de Revion Prime se ve totalmente atacada por estos, dejando que todas las criaturas ocultas surgidas de la experimentación con el mineral, se escapen del control de los Taladradores. Y ahí es donde llega nuestra misión, como un soldado contratista, llegaremos al planeta a investigar lo sucedido con nuestra nave.
Además de su estética, Dolmen cuenta con un toque diferenciador respecto a los Souls habituales: tiene armas de fuego para luchar a distancia. Su sistema está bien implementado y no rompe con los cánones de combate de este estilo de juego, pero no llega a tener la suficiente ambición, con lo que el resultado se nos queda algo descafeínado en un bonito conjunto que no termina de despuntar en nada en concreto. Vamos a analizar esto en profundidad.
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Apartado técnico
La presentación visual de Dolmen es la que primeramente define de manera global nuestra opinión del título, pues a pesar de contar con un modo calidad en el que tendremos hasta un sistema de reflejos con Ray Tracing bastante impactante, el diseño del escenario no es tan potente y elaborado como para que nos deje asombrados en ningún momento, quedándose en un resultado simplemente eficaz, pero plano. No podemos decir que no tenga potencial, pues en alguna instancia, la iluminación nos ofrece ese bello destello de luz que quiere ofrecer, pero la mayoría del tiempo, no puede.
Pronto acabamos poniendo el modo rendimiento, que alcanza un muy buen nivel de resolución en Xbox Series X, además de los 60 fps, que no tendremos en el modo antes mencionado. Es preferible contar con ese nivel de fluidez para resolver los combates mejor y de hecho, es altamente recomendable hacerlo. A pesar de todo, encontraremos algunos picos con efectos gráficos muy intensos que afectarán al framerate, pero nada más allá de la molestia visual, ya que no sufre en lo jugable por este motivo.
Y quizá nos hubiéramos sentido más arropados por los gráficos del juego con una buena estética de menús, que resultan demasiado, y cuando digo, demasiado es DEMASIADO simples, casi esperaba que los mejoraran en algún momento, pues entre el inventario e incluso el propio menú principal, todo se queda algo «desangelado», como poco adornado, ni siquiera musicalmente y con pantallas de carga repetitivas con imágenes que incluso no son llamativas o cuentan con una resolución extrañamente baja. Directamente, podemos afirmar que no han cuidado nada este aspecto.
La música de nuevo, replica y ayuda a esta sensación, pues salvo en momentos puntuales, no es memorable o atractiva, siendo un acompañamiento monótono que a veces nos dejará solos con los fríos escenarios de desolación y horror que ofrece Dolmen en Revion Prime.
Jugabilidad
Lo bueno de contar con la mecánica de tener armas de fuego a distancia, es que han tenido que desarrollar una jugabilidad muy centrada en esta cuestión, tal y como podría ser magia u otras habilidades. Y precisamente es lo primero que nos gustaría explicar, pues su funcionamiento está muy bien pensado y racionado, prescindiendo de un item como sería la munición y usando la propia «energía» de nuestro personaje de manera temporal.
En Dolmen, tendremos 3 barras a las que no perder atención: La de vida, evidentemente, la de stamina, que nos servirá para golpear y esquivar, volviendo a rellenarse conforme no la usemos y la de energía, que servirá principalmente para dos cuestiones: Para curarnos y para poder disparar nuestra arma. Parece que no tuvieran relación, pero si que tiene una explicación sencilla. Para curarnos, nuestro personaje consume permanentemente esa barra de energía, haciéndola más pequeña, sin embargo, al disparar, solo la consumimos temporalmente, rellenándose de manera automática.
Si vamos con la barra llena, tendremos mucha más munición disponible para ese enfrentamiento y un cooldown considerable que nos permitirá tener mas «juego», sin embargo, si recibimos daño, que lo haremos y de manera notable, tendremos que consumir esa barra para suplir la falta de vida, reduciendo al mismo tiempo nuestra capacidad de ataque a distancia. Por supuesto, siempre podremos echar mano de nuestra arma cuerpo a cuerpo, con la que también haremos bastante daño, pero tomando riesgos evidentes, porque para rellenar nuestra barra de energía agotada, necesitaremos usar una especie de cápsulas AKA «los estus de Dolmen», con la que la rellenaremos conforme a nuestras estadísticas en ese momento.
Este metajuego es bastante divertido, pues tienes que estar gestionando continuamente si arriesgar tu vida para matar antes al enemigo, o hacerle daño a distancia, aunque a veces la opción no es tan sencilla, pues tendremos que usar nuestro «dash» para esquivar los disparos enemigos -¿o os pensabais que se iban a quedar quietecitos?-.
Dolmen, de nuevo es un juego que cumple en todos sus aspectos, tiene un sistema de armaduras por piezas de hasta 76 distintas, con equipamientos en forma de lote y que nos aportarán también un cierto nivel dependiendo de sus estadísticas. Si potencian nuestro lado Humano, mejorará nuestra energía y el daño de las armas a distancia. Si es Reviano, lo hará nuestra capacidad de protección y ataque, y si es de Taladrador, aumentará nuestra vida y curaciones.
Además, otra de las funciones interesantes de nuestro personaje es el núcleo de energía, pues podemos cambiar entre Fuego, Hielo y Ácido, los tres estados elementales que pueden usar los enemigos para influir en nuestras capacidades. De la misma manera, nuestras armas, normalmente infligirán un tipo de daño, que será distinto para cada enemigo. Y si queremos potenciar eso, podremos usar el «modo energía», que nos ofrecerá un boost, aportando daño elemental añadido a nuestras armas CaC.
Para acceder tanto a las armaduras, como a las distintas armas, debemos de usar una especie de máquina localizada en nuestra nave, el único sitio donde podremos crearlas con las piezas necesarias. No consumirá las típicas «almas», que en este caso se les llaman «Nanites», ya que estas solo sirven para subir de nivel, con un sistema casi idéntico a los vistos en los títulos de From Software. A nuestra nave podremos acceder a través de los nodos, puntos de guardado situados por el escenario, los cuales si usamos, restablecerán nuestra energía, pero también a los enemigos de alrededor, a excepción de los bosses.
A partir de aquí comienzan «los problemas» de Dolmen. Y lo ponemos entre comillas porque realmente no son problemas, si no una serie de causas que rebajan la experiencia a algo más plano y sin tanta sustancia como pudiera ofrecer un título de este estilo, que teóricamente cuenta con todos los ingredientes necesarios. No queremos decir que no es divertido, ni mucho menos, pero no se nos queda esa sensación de satisfacción que suelen darnos otros parecidos, como The Surge o en mi caso, Inmortal Unchained u otro que comparte también esta mecánica de armas de fuego, Remnant From The Ashes, siendo estos inferiores en algunos aspectos, pero potencialmente superiores en otros.
Los enemigos no son tan variados como cabría esperar y los Jefes finales, si que suponen un reto, a veces mucho mayor de lo necesario, por utilizar algunas técnicas que podrían parecer injustas, pero que una vez leamos a tiempo, conseguiremos sobrepasar con esfuerzo y habilidad. Muchas veces nos veremos cambiando de configuración nuestras armas para adaptarnos a estos desafíos, para los que si que hay que prepararse de verdad.
Duración
En nuestra partida, de alrededor de las 20 horas de duración, se nos ha hecho más corta de lo que nos esperábamos, aunque ofrece una longitud a tener en cuenta. Hemos usado las piedras de Dolmen para enfrentarnos a los Jefes varias veces y obtener los materiales necesarios para construir sus armas especiales e incluso en la recta final del análisis hemos conseguido hacer equipo con otros jugadores para enfrentarnos a ellos.
Sin embargo, este multijugador, resulta casi anecdótico, pues si bien es una gran oportunidad para poder derrotarlos con ayuda, está totalmente limitado al área de los Jefes Finales y a que tengamos las piedras de Dolmen necesarias para invocar a nuestros amigos.
Conclusión
Dolmen es un juego que no llegará a estar entre los mejores del género. Su manera de destacar es con el sistema de armas de fuego a distancia y unos sistemas jugables muy marcados por los cánones «souls». Pero ya hay otros que han conseguido mayores logros en todas estas áreas y dejan al título de Prime Matter en un terreno intermedio en el que no se puede decir nada malo de él, pero tampoco nada bueno.
Y es que al final del día, Dolmen funciona y Dolmen, como he repetido en varias ocasiones, divierte, pero no consigue iluminar nuestra llama de la pasión, algo que este tipo de títulos suele hacer con facilidad, ya sea por una cuestión o por otra. Si eres fan del género, bien podrías disfrutarlo, pero no le harías un gran favor comparándolo con alguna de las referencias que hemos nombrado a lo largo del análisis.