Disintegration nos ofrece una interesante mezcla de géneros que acaba siendo más shooter que estrategia.
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¿Recordáis Halo 2? Vaya pregunta, pues claro que lo recordáis. Todos los Halo son buenos, pero el nivel que alcanzó la segunda entrega en la primera Xbox fue literalmente astronómico, rompiendo muchas barreras. Pues resulta que uno de los culpables o responsables de ese éxito es Marcus Lehto, considerado prácticamente co-creador de la entrega y ex-miembro de Bungie. Lehto es el nombre propio sobre el que se ha sustentado en todo momento Disintegration, el nuevo título de V1 Interactive, un estudio de nueva creación de poco más de 30 personas, dirigido por éste.
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Porque Marcus y su talento han sido los avales que llevó a Private Division a apostar por ellos y lo cierto es que no han ido muy desencaminados. Disintegration es un proyecto algo diferente, un FPS que mezcla estrategia y una particular visión de la acción que se había perdido en el camino en algún momento de la década de los 2000, la del comandante dirigiendo y metido de lleno en la batalla. El héroe que marca la diferencia en los juegos de estrategia es algo que hemos visto potenciado desde que una talentosa Blizzard lo incluyera en sus franquicias estrella: Warcraft y Starcraft.
Pero ahora seremos mucho más que eso, ya que desde una perspectiva en primera persona manejaremos a Romar Shoal, un experto piloto de graviciclo, una especie de moto gravitatoria armada que es sin duda la protagonista de la jugabilidad del título. En Disintegration viviremos la experiencia de un grupo de forajidos o “elementos fuera de la ley”, cuya particularidad es que perdieron su humanidad gracias al proceso de integración, en la que la consciencia de las personas se puede transferir a un cuerpo robótico y así dejar de preocuparse de los vulnerabilidades y debilidades que supone.. ser humano.
La campaña no propone un argumento fascinante o que robe su atención de inmediato, no está bien contada y el efecto “presupuesto limitado” se hace patente conforme quiere contar algo de manera más espectacular. Sin embargo, y a pesar de lo que hemos podido leer, es el principal motivo para adquirir el título. Aunque no sea longeva, es variada, muy divertida y lo suficientemente divertida como para no pasarla por alto. El aire futurista, los escenarios y el modo en que está diseñada nos recuerda inevitablemente a lo vivido en Nueva Mombasa, algo que sin duda, agradará profundamente a los amantes de Halo y las aventuras Sci-Fi.
Apartado técnico
Con sus luces y sus sombras, Disintegration nos ha sorprendido gratamente. En Xbox One X se ve especialmente definido en los modelados y sus texturas, y su parte de juego de estrategia está muy bien resuelta en el dibujado de los elementos en largas distancias. Después de todo, nuestro graviciclo no nos permite subir más de 15 metros, pero el ponernos a ras de suelo nos transmitirá todas las sensaciones de un FPS y a más altura, las de un juego de estrategia, aunque ambas se jueguen exactamente de la misma manera.
La parte que menos nos ha gustado y que seguro que los usuarios de PC no tendrán tanto problema es el capado a 30 imágenes por segundo del título. El graviciclo se siente especialmente duro y pesado a los controles, pero las ventajas de movilidad que ofrece el mismo se desvanecen con el tiempo de respuesta que tenemos. Además, el motion blur, que suaviza este efecto, no ayuda a esa sensación de fluidez que otros títulos si transmiten. Si añadimos que algunas unidades rebajan a la mitad su tasa de frames cuando están muy alejados (en otros títulos como Halo 5 este problema era incluso más acuciante), a V1 Interactive le ha faltado engrasar un poco el conjunto. Porque si en la campaña hubieran venido de lujo los 60 fps, en el multijugador ya ni hablamos. A pesar de ser muy divertido y curioso, los 30 fps nos impiden apuntar correctamente a las rapidísimas unidades enemigas o los graviciclos de los adversarios, que se vuelven extremadamente escurridizos.
Por otro lado, el diseño de los personajes nos ha encantado. Las personalidades de cada uno de nuestros compañeros no sólo está reflejada en el modelado de sus robóticos cuerpos, también en sus movimientos, sus frases y la manera de expresarse. Hay un especial esfuerzo en que tengamos la sensación de que la Integración no significa volverse un robot o un ciborg, solo es ese cambio de cascarón necesario para sobrevivir. No podemos decir lo mismo de los modelos humanos, a los cuales les vendría bien un repaso para parecer al menos de esta generación.
A nivel sonoro no resulta potente y nos resulta curioso, ya que el graviciclo es un elemento presente en todo momento y podía impactarnos más. Le sucede lo mismo a la música, que pasa desapercibida. Sin embargo, los continuos comentarios de nuestros compañeros (en inglés, subtitulado al castellano), nos mantendrán siempre atentos a la acción, ya que serán indicativos de mucho de lo que suceda, obligándonos a estar pendientes de ellos.
Jugabilidad
La principal cualidad de Disintegration es precisamente su combinación de géneros. La unión de shooter en primera persona y estrategia está perfectamente adaptada a nuestro mando. La acción y todas las opciones están muy bien diseñadas para no sentirnos abrumados o torpes en ningún momento. En este fragmento es donde me gustaría llamar la atención de aquellos a los que sólo le interese la parte de FPS de Disintegration, porque es realmente sencillo de usar. Digamos que la orientación estratégica del título es muy “light” en los niveles bajos e intermedios de dificultad y que el control de tus unidades no es directa, si no que se moverán automáticamente delante de ti y podrás indicarles objetivos de movimiento, ataque u acciones sobre determinados objetos.
Además, nunca los perderás de vista, porque siempre procurarán mantenerse delante de ti donde estés mirando y serán lo suficientemente rápidos para seguir a tu graviciclo, convirtiéndose más en una extensión de tus armas que en unas tropas independientes propiamente dichas. Y quizá esto es una virtud de Disintegration para los que nos buscan un control complejo y una contra para los que prefieren utilizar y desarrollar estrategias de ataque más allá de dirigir tus objetivos o lanzar las habilidades.
Aunque empezaremos la aventura con unas armas poco potentes y seremos muy dependientes de nuestras tropas, nuestro graviciclo irá aumentando su poder considerablemente con armas pesadas, como lanzacohetes, cañones explosivos o ametralladoras Gatling. Con lo que Romar tendrá cada vez más peso en la acción para que tus tropas se dediquen a otros objetivos o enemigos, cuando la acción empiece a complicarse. Cabe aclarar que este equipo, este “ejército” que manejaremos son nuestros compañeros de aventura, con lo que podremos relacionarnos en los descansos entre misión y misión, en los que desde una interesante pero poco explotada perspectiva en tercera persona, hablaremos con ellos, obtendremos secundarias y en definitiva, sabremos más de nuestra aventura.
Por tanto, no podremos generar nuevas tropas durante las misiones, ni elegirlas al comienzo de las mismas, ya que dependerá en gran medida del propio argumento, aunque si que se podrían establecer varios “tipos”, como los asaltantes, cuyo especial es una granada aturdidora, los de asedio, que pueden lanzar una salva de artillería o los de soporte, que permitirán ralentizar a las unidades enemigas. La combinación de estas habilidades con tu puntería desde el graviciclo se hacen esenciales para ir avanzando satisfactoriamente, sobre todo porque cuando los enemigos estén aturdidos, les haremos mucho más daño.
Hablando de los enemigos, en un principio podría parecer que son muy poco variados, pero pronto irán subiendo su tamaño hasta llegar a unos gigantes con una sospechosa apariencia de (nueva referencia a Halo) Scarab, que incluso nos obligarán a eliminarlos de una forma poco convencional. Quizá el tamaño de los mismos desde las alturas de nuestro graviciclo hace difícil su apuntado, pero una pequeña ayuda al apuntado casi imperceptible nos vendrá de perlas para el asunto. Sin duda, la campaña va in-crescendo en todos los sentidos: nuestras posibilidades y armamento irán acordes con la amenaza a la que nos enfrentaremos. Si vas bien armado, seguro que es porque lo necesitarás.
Duración
La campaña, dependiendo del tiempo que nos tomemos para explorar los escenarios y coger toda la chatarra y puntos de mejora posibles para mejorar nuestras tropas que haya, podría extenderse desde las 8 a las 12 horas aproximadamente. Aunque como hemos dicho, el modo historia es a nuestro juicio el mejor exponente que tiene Disintegration para que lo compres, su modo multijugador también nos ha sorprendido, porque es curiosamente adictivo.
Con tres modos disponibles para jugar: Control de Zonas, Recolección y Extracción, el mayor peso de la experiencia multijugador está en los distintos equipos preconfigurados de Graviciclo + Tropas. Con una estética muy curiosa en la que encontraremos desde caballeros medievales, pasando por samuráis, o auténticos supervivientes a lo Mad Max, cada uno de ellos tendrá un armamento determinado que nos obligará a jugar de una manera o de otra. Algunos con posibilidades de curación, otros con mucho poder de ataque y poca resistencia, cada equipo es un único en cada partida, aunque sí que contará como mínimo, con el poder suficiente como para resolver cualquier contienda directa con la habilidad necesaria.
El multijugador se completa con unas amplias opciones de personalización de nuestro equipo, las cuales ser irán abriendo gracias a objetivos concretos, como por ejemplo, jugar determinadas horas con un tipo de graviciclo, conseguir un número de muertes o victorias, etc.. sin embargo, en Disintegration, sorprendentemente hay un camino fácil para tener el aspecto que quieras, porque tiene micropagos que lo permiten. Por supuesto, todo estético, nada de pay-to-win, por lo que en este casi y sin que sirva de precedente, los vemos hasta correctos. ¿Por qué no vamos a poder comprar directamente nuestro color preferido si tenemos el dinero y lo queremos ya?
Conclusión
El señor Lehto debe de estar muy satisfecho del trabajo conseguido y por supuesto, todo el equipo de V1 Interactive. Disintegration no es un producto esencial o el juego del mes, pero sin ninguna duda ofrece algo diferente en el catálogo de Xbox One. Quisiera recordar algunos títulos que se aproximan a las sensaciones de Disintegration, como en su día Sacrifice, de Shiny Interactive o Command & Conquer Renegade, donde desde una perspectiva en primera persona, manejábamos a un ejército entero. Lo cierto es que no hay nada parecido en los últimos años o al menos, tan efectivo en lo que propone.
El problema de Disintegration puede ser la perspectiva desde donde lo mires. Efectivamente tiene sus inconvenientes o más bien pegas, relacionadas con su presupuesto o la dichosa limitación de los 30 fps de la que esperamos librarnos en la próxima generación definitivamente. Es un título que perfectamente puede ser carne de Xbox Game Pass, un terreno donde tendría un éxito rotundo, tanto en opiniones como para la población de su divertido multijugador.
Es innegable también la falta de profundidad del mismo en relación a su vertiente estratégica, pero es que quizá montados a lomos de nuestro graviciclo hayamos comprendido que no era la intención del estudio, si no más bien, una nueva perspectiva de shooter, donde nuestras tropas son una extensión de las habilidades del protagonista, un Romar que se merece una nueva entrega donde esta vez sí, cuenten con más presupuesto y abran un universo de la integración que podría ser tan rico en matices como aparenta en esta entrega.
*Gracias a Private Division por habernos proporcionado el material para el análisis