Si eres de los que se exasperan con facilidad por morir cien veces seguidas en el mismo tramo de un juego, mantente alejado de DeadCore. Su dificultad se dispara regularmente desde la primera hora de juego y solo los más habilidosos y pacientes podrán llegar a la cima de torre...
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¿Sabes esa sensación que te induce a pensar “esto ya lo he vivido” o “esto me suena de algo”? Se le conoce como déjà vu y es un tipo de paramnesia del reconocimiento que suele producirse al establecer contacto visual con un determinado objeto o ítem que nos induce a pensar de manera intensa y perceptible que la situación presente que estamos protagonizando ya la habíamos vivido en el pasado. Pues eso es lo que nos ha transmitido DeadCore de manera regular a lo largo de su recorrido.
Pese a todo, debemos aclarar que es un juego original en su planteamiento y desarrollo. Tanto es así que no es un clon de otros juegos ni destila ese tufillo a plagio que suele emanar de los títulos que se dicen inspirados en tal o cual obra. Eso sí, tiene algunos elementos, algunas mecánicas y algunos pasajes que consiguieron traernos a la mente juegos como Portal, Q.U.B.E. o incluso el más reciente ‘n Verlore Verstand.
Nada más comenzar, veremos que ante nosotros se levanta una especie de castillo futurista y flotante, el cual tendremos que recorrer desde su base hasta la cima. Somos una persona (o robot o cyborg o lo que sea) anónimos y sin voz, cuyo único objetivo es coronar la sombría construcción en el menor tiempo posible. La historia de la campaña, pues, es nula, pero se ve a la legua que el estudio desarrollador no tenía en mente contarnos una historia. Desde el primer momento se siente que su objetivo es retar al jugador con un diseño de niveles infernal y un nivel de dificultad no apto para usuarios con propensión a dejarse llevar por ataques de ira.
Apartado Técnico
Si hay algo que define a DeadCore es la excelencia de su apartado técnico en lo referente al rendimiento. En ningún momento llega a resentirse el juego por bajadas de frame rate o cualquier otra incidencia técnica de la que tanto se suele hablar en la actualidad, por más que nos pese. Esto es algo muy importante en este título concreto, ya que la jugabilidad y la dificultad son muy exigentes y hay que medir al milímetro cada salto, con lo que si el rendimiento no fuese perfecto, habría acabado siendo un título injugable.
A nivel gráfico también está muy bien trabajado, con unas texturas perfectamente definidas y unos juegos de luces que pueden llegar a marear cuando te mueves con rapidez. Aunque al movernos siempre en el mismo tipo de escenarios, acaba resultando un tanto monótono a nivel estético. Los escenarios tampoco ayudan por resultar demasiado sobrios, primando en todo momento el diseño del nivel en el que nos movemos por encima de las apariencias. De hecho, todo aquel que le coja el gusto al juego lo hará precisamente por esto último y no por los gráficos. No obstante, el juego luce a un nivel muy alto.
En cuanto al apartado sonoro no hay mucho de lo que hablar, ya que las melodías están compuestas de manera paralela al aspecto visual, con unas notas sintetizadas y monótonas pero vibrantes y tensas que van en perfecta sintonía con el conjunto del juego. Por otro lado, los efectos sonoros sí que gozan de un poco más de época en los momentos de refriega o de mayor concatenación de saltos. Sobre la localización decir que todos los textos están en inglés, aunque la verdad es que al no haber diálogos no se echa en falta una traducción a nuestro idioma.
Jugabilidad
Esta es la clave principal de DeadCore. Y todo porque hay un momento determinante en el que se traza una delgada línea roja entre el código y el usuario, que tiene lugar cuando ya has aprendido los controles básicos y llegas a una zona repleta de sensores de movimiento que te disparan rayos repulsores. Es aquí donde te das cuenta que a DeadCore has venido a morir miles de veces. Caerás al vacío una y otra vez, una y otra vez, una y otra vez… hasta que vayas puliendo tu técnica y comiences a alcanzar puntos de control que 50 vidas atrás parecían inalcanzables. Como decíamos, este punto de inflexión es fundamental porque si consigue sacarte de tus casillas, si te hace perder la paciencia, es más que probable que abandones el juego para siempre.
También hay que tener en cuenta que, a pesar de lo que pueda parecer en algunas capturas que hayáis visto del juego, DeadCore no es un shooter. Empuñas un arma, sí, pero se trata mas bien de un rifle lumínico con el que desactivaremos o activaremos interruptores, plataformas y sensores que no un arma letal como estamos acostumbrados a manejar. Al igual que sucede con los saltos, también tendremos que presumir de una excelente puntería con ella, tanto con los pies bien plantados sobre el suelo como en medio de cualquier salto, porque a algunos objetos no le podremos alcanzar desde una zona estable o segura y tendremos que saltar primero para acertarles, lo que requiere de un nivel de pericia y sincronía elevados por parte del jugador. Todo esto sin dejar de quitarnos nunca la sensación de vértigo tan potente que insufla en el usuario. En el caso del redactor que esto suscribe, decir que ha sudado la gota gorda en más de un momento y os aseguramos que no le va a guardar un grato recuerdo al juego. Y lo curioso de todo es que consigue transmitir ese estado de vértigo que roza lo patológico sin usar artificios o periféricos de realidad virtual.
Sobre el aprendizaje, no tardaremos mucho en habituarnos a los controles, ya que presionando dos veces el botón de salto daremos un doble salto y con el gatillo dispararemos nuestra arma. Poco más hay que contar y la verdad es que sorprende que se le pueda sacar tanto jugo jugable a unas acciones tan básicas y limitadas en número. También llama la atención que se haya podido crear un entorno tan frío y en apariencia lineal, en el que poder saltar y correr a toda leche para conseguir el menor tiempo posible y encontrar coleccionables o rutas alternativas off the record para convertirte en un admirado speed runner… si se te da bien claro.
Duración
Pese a su carencia de modos de juego y a que su argumento es inexistente, se podría decir que DeadCore es un juego infinito, que se puede revisitar periódicamente con el fin de intentar batir tus propias marcas. Su desafío es importante, y esto puede echar para atrás a los jugadores más ocasionales o los que se frustren por perecer centenares de veces, en el mismo sitio o a cada pocos metros avanzados. Si no tiras la toalla a las primeras de cambio, el título te promete muchas horas de juego.
Conclusión
Si eres de los que se exasperan con facilidad por morir cien veces seguidas en el mismo tramo de un juego, mantente alejado de DeadCore. Su dificultad se dispara regularmente desde la primera hora de juego y solo los más habilidosos y pacientes podrán llegar a la cima de torre oscura. Las trampas se sucederán una detrás de otra y no podrás permitirte el lujo de pensar demasiado tu siguiente paso si quieres batir tus marcas. En el arma que empuñas verás avanzar el tiempo de manera constante y, aunque no se te penalice por morir de manera reiterada, el contador seguirá corriendo para tu propia y ajena vergüenza.
Tendrás que sortear centenares de trampas, deberás esquivar peligros constantemente y clavar al milímetro cada salto. Pero no nos engañemos, en este juego tu peor enemigo no son las máquinas que te disparan ni las trampas mecánicas ni las flotantes plataformas. En DeadCore, tu peor enemigo eres tú mismo. Un titubeo entre salto y salto, un segundo de demora a la hora de efectuar un disparo o mirar hacia abajo en las secciones en las que las plataformas son más pequeñas, pueden significar la diferencia entre el éxito y el fracaso.
*Nota: Agradecemos a Grip Digital el código del juego y material para esta review.