Analizamos Blasphemous, un exigente Metroidvania que explota los mitos y el folclore andaluces, así como la pintura romántica y arquitectura sacra.
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Cuando vi por primera vez el trailer de Blasphemous, allá por sus tiempos como proyecto en kickstarter, me dio más la impresión de ser un Ghost and Goblins gore con iconografía religiosa. Ya habíamos tenido la experiencia del estupendísimo Maldita Castilla de Locomalito, y una repetición algo más estilizada en lo visual parecía un plan muy atrayente. Sin embargo Blasphemous resultó ser algo bastante distinto.
Voy preguntando,
de sepulcro en sepulcro voy preguntando
si han enterrado a un hombre
que murió amando.
Respondió uno «mujeres a millares,
hombre ninguno»
Estamos ante un exigente metroidvania, bastante complejo y que, a diferencia del juego de Locomalito, es bastante discreto con los porcentajes de humor. Blasphemous es un juego adusto, místico y muy serio, y todo esto resulta peculiarmente apropiado para una propuesta tan atrevida. En Blasphemous nos ponemos a los mandos de El Penitente, un justiciero maldito que atrapado en un ciclo de muerte, tormento y resurrección, tiene la encomienda de liberar al mundo de El Milagro, una terrible desgracia que pesa sobre los habitantes de Custodia. Lo que nos propone el juego de The Game Kitchen es una lectura espiritual y en clave de terror de los mitos y leyendas ibéricos, que rodean los festejos, santos y personalidades ligados a la Semana Santa andaluza. Todo esto como pintado por la paleta de Goya, y con el barroco sevillano dando forma a sus mundos de pesadilla.Un juego que, si bien no está exento de problemas, resulta absolutamente fascinante.
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Apartado técnico
Al margen de la jugabilidad, no cabe duda de que el arte de Blasphemous es el apartado que tiene más miga. Ya hemos mencionado a Goya, y es que sus pinturas negras lo infectan todo. No cabe duda de que la forma en la que el pintor aragonés representaba escenas sobrenaturales de una forma naturalista, fuertemente influido por el tenebrismo, estilo que usaba la luz y la oscuridad para buscar el impacto, impregnan Blasphemous. Pero también tenemos el barroco andaluz, la pintura naturalista, el arte mudejar y musulmán, y la iconografía cristiana para plasmar un mundo en el que la mística y el folclore se han hecho carne, tierra y sangre. La miserable aldea de Albero, con sus casas marrones y sus suelos de tierra contrastan con la voluptuosidad arquitectónica de los diferentes templos y criptas en los que se esconden nuestros enemigos.
El penitente, que nos remite desde a los nazarenos, con su capirote metálico envuelto en espinas hasta su máscara metálica. inexpresiva y severa como la máscara de cualquier villano de un slasher, es un asesino silente. Un doom slayer cuyas motivaciones no tenemos claras, y que se nos van revelando a lo largo del juego y que no puede morir. No he podido evitar jugando recordar el clásico de Mega drive Chakan: The Forever Man, otro héroe turbio condenado a ser el azote de criaturas tenebrosas para poder obtener descanso.
Lo encontré en la madrugada
de una noche de Pasión,
su silueta, dibujada
tras los hierros de un balcón.
Tal vez sus manos temblaran
pero no tembló su voz.
En cuanto a nuestros enemigos y bosses nos encontramos nuevamente referencias religiosas de todo tipo, pero también a miembros de la realeza, mártires y santos de todo tipo, siempre representados con un gusto exquisito. A nivel auditivo encontramos un diseño de sonido bastante apañado, que contribuye a reforzar la sensación de brutalidad de la acción, y unas partituras inspiradas más en la copla y el flamenco que en las saetas o música cofrade, pero que no teme salirse del registro cuando la ocasión lo merece. Los coqueteos con el rock como en la pista Ten Piedad son absolutamente maravillosos. En definitiva, un juego que, quitando algunos glitches aquí y allá, está estéticamente a la altura de los grandes del género.
Jugabilidad
Blasphemous es puramente un metroidvania bastante clásico, muy tendente a la acción. Hay quien podría sacar los Souls como referencia por su dificultad y ausencia de piedad con el jugador, pero sería reduccionista convertir en un Souls todo lo que es difícil. La buena noticia es que el control responde bastante bien, y sin estar al nivel de maravillas como Dead Cells, supera con creces a juegos como Bloodstained. Lamentablemente algunos problemas con los hit boxes o el empeño del juego en confundir algunas acciones del jugador, pueden provocar más de una muerte injusta.
Nuestro penitente empezará el juego armado con su espada Mea Culpa, siendo un tanto frágil, pero Blasphemous cuenta con un complejo sistema de habilidades, objetos potenciadores, y magias. Dicho sistema es completo y variado, pero lamentablemente también bastante confuso. Según el tipo de item podremos cambiarlo a capricho, o tendremos que acudir a determinado lugar o NPC para poder equipar, o adquirir objetos o habilidades. Para más inri algunas mejoras solo pueden aplicarse encontrando puntos bastante escondidos en el mapa. Aún así iremos progresando poco a poco y nuestro viaje se nos irá haciendo menos tortuoso.
Al ver tu agonía triste y penosa
el cielo se vistió de tinieblas oscuras
y hasta la tierra tembló
se rompió el velo del templo
y la profecía se cumplió
Como ya hemos dicho, estamos ante un juego bastante exigente pero con una relación frustración/recompensa bastante bien medida. Blasphemous puede hacerte querer arrancarte la cabellera, pero la satisfacción al superar un segmento que se nos había atascado es también potente. No obstante Blasphemous tiene algunos picos de dificultad un tanto tremebundos, y que parecen repartidos sin orden ni concierto. Enemigos de lo más normales pueden acabar con nosotros en un descuido, y bosses como Nuestra Señora de la Faz Denegrida pueden acabar con nosotros diez o quince veces sin despeinarse. Otros sin embargo, en estadios más avanzados del juego, serán un desafío mucho menor. Quizá esto es buscado, pero no resulta demasiado coherente.
Duración
Como juego de raíces clásicas que es, Blasphemous no es un juego largo en el sentido estricto de la palabra. Estoy seguro que pronto, si es que no existen ya, veremos speed runs que finiquitan el juego en una hora, pero para el común de los mortales acabar con El Milagro nos requerirá muchas horas e incontables muertes. El mapa del juego es además extenso y lleno de secretos, existen decenas de coleccionables, y objetos que solo pueden ser utilizados en determinado lugar, y determinadas circunstancias.
A los completistas buscar la falange de tal o cual santo, o la columna vertebral de tal o cual martir le puede ocupar unas cuantas tardes, por lo que Blasphemous es un título que da mucho por su precio.
Siete puñales «clavaos»
te traspasan de dolor,
viendo subir al calvario
A tu hijo el Redentor
No es que sea muy apropiado vender los juegos «al peso», pero si buscas en Blasphemous una experiencia absorbente que llene tus horas de juego a la espera de la avalancha de estrenos de estas navidades, puedes tener por seguro que este es tu juego. Aunque no tiene, ni necesita, ningún tipo de multijugador, lo abigarrado de su propuesta defiende por si misma su potencial rejugable.
Conclusión
Blasphemous probablemente no es el mejor metroidvania que puedes encontrar ahora mismo en Xbox, pero seguramente sí es uno de los más especiales y personales. Su propuesta densa, lúgubre y fascinante, hace que su ambientación pase a ser de lo mejor en su género. Su lore es detalladísimo, al punto de llegar a ser incluso didáctico, y supone un acercamiento muy interesante al folclore ibérico, no lo suficientemente explotado hasta ahora.
Con sus bugs y algún glitch aislado, sigue siendo un título tremendamente detallista, e incluso en exceso complejo, que parece mentira que haya salido de un estudio de apenas diez personas, y financiado con un kickstarter. A pesar de algunos nudos en su curva de dificultad, sigue siendo un juego de acción notable, con un buen control, y gran variedad de enemigos. Por encima de todo Blasphemous es además, una forma muy necesaria de acercarnos a unas identidades estéticas, musicales y espirituales que, no por comunes y cercanas, dejan de ser interesantes.