Os traemos el análisis de Arkan: The dog adventurer, una experiencia que mezcla plataformas y arkanoid dentro de un envoltorio pixel art.
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Desde tiempos inmemoriales, el videojuego se ha entendido como una forma de ocio basada en retar al jugador para que este supere una serie de pruebas a cambio de una recompensa. En pocas palabras, reivindica la importancia de la competición. Por suerte, muchos juegos, en su afán por buscar adaptarse al mayor número de jugadores posible, han sabido ampararse en la accesibilidad para abarcar tanto limitaciones de actividad como restricciones de participación. A este respecto, buscando incluir al usuario y conseguir entretenerlo por sobre todas las cosas, dado que esa es la principal razón de los mismos.
Sin embargo, la capacidad de mantener de forma prolongada al jugador en un punto de tensión es una de las variantes más clásicas de esta industria, una que resurge de manera periódica y que es el resultado final de un largo proceso de aprendizaje. Tanto es así que Arkan: The dog adventurer es una obra con todo un árbol genealógico de batutas enmarcadas en un espacio ficticio donde nos encontramos ante un desafío constante, pues sus primeras partidas son un experimento de ensayo y error en el que probamos diferentes estrategias. Es una obra con la que hemos tenido un día de perros.
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Apartado técnico
La fantasía es un género caracterizado por tener elementos que no son acordes a lo que existe en la realidad, un género que busca transportarnos a mundos donde todo es posible, permitiendo que la imaginación vuele sin límites. Estableciendo una autolimitación creativa con la que valerse del binomio resolución/colores en pantalla para representar un mundo de imaginarios irreales y sobrenaturales, Arkan: The dog adventurer es una obra con una estética propia basada en la necesidad de presentar un apartado gráfico atractivo a la vista.
Una estética a la que también se conoce como pixel art y que ha manifestado una creciente popularidad de un tiempo a esta parte. Desde grandes dragones hasta monstruos con un solo ojo y magos malvados contra los que tenemos que batirnos en un duelo, la obra desarrollada por Madao Studio ofrece una apariencia que aunque puede resultar simple y poco original, funciona. Una funcionalidad que también se extiende a su banda sonora, con una escasa variedad de canciones para escuchar y que ayudan a construir una atmósfera que nos hará sudar sangre.
Jugabilidad
Un pequeño módulo espacial se desplaza ágilmente en el vacío mientras intenta impedir que una bola salga de la zona de juego, haciéndola rebotar contra los muros del encierro, unos que están hechos a nuestra imagen y semejanza. A partir de esta simple idea que evoluciona lo visto en el sempiterno Pong y lo que a posteriori fue Breakout, Arkanoid no solo se convirtió en un hito en la historia del videojuego, sino que también contó con una suerte de historia que proporcionaba una atmósfera inmejorable para el desarrollo del mismo.
Una vez posicionados los hechos históricos, solo resta decir que Arkan: The dog adventurer es algo así como un homenaje a la obra diseñada por Akira Fujita, empleado de la desarrolladora japonesa Taito. De hecho, el propio nombre del perro no deja de ser una referencia al juego de marras. Empero, desde Madao Studio han querido llevar a cabo una suerte de mezcla extraña, a veces confusa e incluso ridícula a primera instancia, puesto que unir el término acuñado como “machacaladrillos” con elementos propios de una experiencia amparada en esto de los plataformas es algo que puede chocar a propios y extraños.
A pesar de ello, funciona, más o menos. Valiéndose de saltos imposibles y la posibilidad de ralentizar el tiempo en contadas ocasiones para esquivar envites amenazadores, nuestro amigo perruno Arkan degenera en una espiral de muerte y destrucción, haciendo rebotar una esfera contra cientos de elementos abocados a su desaparición con el fin de obtener la máxima puntuación posible. No hay mucho más que se pueda decir, ya que este desarrollo sumamente destructivo viene auspiciado por un desarrollo que nos pondrá contra las cuerdas. En primer lugar, por el desafío que eso supone, y en segunda instancia, por culpa de un sistema de saltos concentrados que no siempre responde a nuestros designios.
Duración
Con más de 60 niveles en su haber y tres niveles de dificultad que exprimen al máximo nuestras habilidades a los mandos, Arkan: The dog adventurer es una experiencia ligera que brilla especialmente por medio de sesiones cortas y que puede ser completada en apenas un par de horas. Ahora bien, si queremos exprimir al 100% cada una de las fases con el fin de obtener las tres estrellas de rigor, es posible que dupliquemos la duración de marras.
En otro orden de cosas, ya hemos visto como hay muchos jugadores a los que les fascina exprimir al máximo cada videojuego, ya sea para descubrir todos sus secretos o bien para presumir ante el resto el hecho de haber desbloqueado los logros más complicados. Tal es la afición que no son pocas las competiciones llevadas a cabo en pos de ver quién es el que más puntos consigue a final de cada mes, por lo que juegos como el que nos ocupa se convierte en uno de esos caramelos golosos, ya que nos deja al alcance de nuestras manos otros 1.000G que sumar a nuestros gamerscore. Tanto es así que no nos llevará más de una hora en engrosar nuestro marcador, dada la facilidad del mismo.
Conclusión
Cuando jugamos con un objeto, por ejemplo un juguete, usamos nuestras destrezas para explorar sus propiedades y hacer experimentos como lo haría cualquier científico. De la misma manera, algunas situaciones también implican combinar todos esos objetos que hemos exprimido hasta las últimas consecuencias y especificar cómo se desea que cada uno interactúe con los demás. A través de varias mezclas distintas que funcionan muy bien sobre el papel, Arkan: The dog adventurer nos propone una aventura divertida y adictiva, pero cuya jugabilidad corre el riesgo de estancarse en estrategias inapropiadas. Sea como fuere, constituye una opción original y muy atractiva para los que disfruten de los retos.
Agradecemos a Sometimes You el material proporcionado para poder realizar este análisis.