Analizamos este videojuego de corte telltaliano ambientada durante la revolución iraní de 1979. El videojuego factual ha llegado para quedarse.
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Tratar una historia basada en hechos reales siempre es un tema peliagudo, sea en el medio que sea. Y aún más si estos hechos son de una magnitud tal como la Revolución Iraní de 1979, un evento político que ha definido el devenir de la nación prácticamente hasta nuestros días. La caída del Sha y la instauración de la República Islámica del ayatolá Jomeini son dos de los eventos que marcan el videojuego de iNK Stories, 1979 Revolution Black Friday, que lejos de querer ser un estudio documental sobre los hechos, explora cómo los videojuegos pueden incorporar la factualidad a sus tramas de una manera muy similar a como lleva haciendo el cine desde hace décadas o la literatura desde bastantes más.
Si buscamos fuera , hemos visto una cantidad ingente de historias basadas en hechos reales en otros medios, autores que utilizan como base la realidad para contar una historia ficcionalizada de la propia Historia, con el ánimo de que así, el espectador, o en este caso jugador, puedan entender un contexto complejo a través de una narración que se estructur con el sencillo esquema de planteamiento, nudo y desenlace. Un tema pendiente en los videojuegos que ya parece estar enmendándose.
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Y es que costaba creer hace unos años que los autores de videojuegos podrían despegarse de las manidas tramas de fantasía y ciencia ficción que imperan en el medio para fijarse en la Historia que todos compartimos y construir a partir de ella narrativas de ficción. Sí, por supuesto, los videojuegos bélicos son casi el único género que se ha atrevido a jugar al “basado en hechos reales” con cierta inquietud por el rigor histórico, pero estaban limitados a la jugabilidad: “matar para avanzar”, por lo que limitaba el extenso rango de eventos históricos de los que disponemos, aportando únicamente la visión bélica.
Pero parece ser que los autores ya han encontrado una fórmula para gamificar las complejidades de la sociedad humana que no pasen por pegarle un tiro a cualquier ser viviente que se te ponga por delante. Esto ha provocado que hoy existan videojuegos como 1979 Revolution Black Friday, que puede permitirse el lujo de contar una historia mucho más rica y elaborada sobre el acontecimiento histórico en el que se centra. Y así empieza la de 1979 Revolution, a los ojos del joven fotógrafo Reeza Shiraji, personaje de ficción creado exclusivamente para el videojuego que se verá inmerso en la complicada realidad política y social del Irán de 1970. Reeza no es real, pero todos los acontecimientos que le envuelven sí lo son. Y para ello el equipo ha realizado una magnísima tarea de reeconstrucción histórica para dotar a su título de la máxima veracidad posible. No en vano, su director y guionista, Navid Khonsari, vivió en sus propias carnes las consecuencias de la citada revolución, y tras emigrar a Canadá con la instauración de la República Islámica, ahora vuelve a su adolescencia a través del videojuego para acercarnos un poco más a esta revolución que incendió el mundo árabe y que tanta convergencias tiene con la Primavera Árabe que se vivió hace unos años. Este es nuestro análisis.
Apartado Técnico
A muchos os gustará saber que a Navid Khonsari no es un extraño en la industria, y es que este artista multidisciplinar iraní empezó hace ya mucho en estos de los videojuegos. Concretamente, en Rockstar, donde estuvo trabajando en las secuencias cinematográficas de sagas de tal calibre como Grand Theft Auto o May Payne. Más recientemente, ha podido añadir a su currículo el cargo de director de cinemáticas en el mismísimo Resident Evil 7, ¡casi nada! Aún así, las inquietudes de Khonsari eran muchas, algo que le llevó a fundar su propia compañía de producción, que ha abarcado medios tan diversos como el documental, las novelas gráficas y ahora los videojuegos.
Cuenta Khonsari en una entrevista que uno de los mayores lujos de trabajar en Rockstar era no tener que preocuparse nunca por el presupuesto, una experiencia diametralmente opuesta a la que ha vivido como productor independiente. 1979 Revolution ha tardado cuatro años en completarse, dedicando dos exclusivamente a la búsqueda de financiación para realizarlo. Este contexto se traduce en un título decididamente modesto en su apartado gráfico que suple estas carencias con muchas otras virtudes, como su inquietud por retratar de una forma fidedigna estos sensibles hechos históricos.
Valiéndose de un estilo que muchos han hecho bien en definir como telltaliano, Khonsari y su equipo nos ofrecen una versión bastante más austera y depurada en elementos que las realizadas por el estudio norteamericano. Aún así, se atreven a generar manifestaciones con un gentío bastante vivo y escenas de una más que correcta carga emocional para liderar la historia, consiguiendo que algunos eventos de decisión nos pongan en un verdadero aprieto, algo que la propia Telltale lleva años sin conseguir. Por ello, no esperéis un gran alarde ni gráfico ni técnico, pues la cámara también llega a ser tosca en ciertos momentos, ya que es estática, y el movimiento del personaje dista mucho de una fluidez óptima.
Jugabilidad
¿Cómo gamificar la realidad? ¿Cómo traducir en mecánicas de un videojuego la compleja situación política que se vivió en Irán? En el caso de 1979 Revolution, tomando la senda narrativa recorrida por Telltale Games para darle un giro factual que se apoya en un bienintencionado intento de capturar el convulso estado de ánimo social que se vive durante las revoluciones. En el videojuego de iNK Stories nos encontraremos con todas las señas identitarias que han puesto de moda este tipo de videojuegos narrativos: decisiones con temporizador, múltiples finales acorde a la personalidad que le hayamos querido dar al personaje y QTE recurrentes en las escenas de acción. Pero aquí han querido ir un paso más allá.
Su apoyo en los hechos reales y la construcción de los personajes a través de testimonios de los verdaderos protagonistas de la revolución hacen que todas las decisiones y diálogos que se ven en el juego tomen un cariz totalmente distinto. Aquellos que crean que 1979 es una fidedigna reconstrucción de lo que pasó y que jugando aprenderán más sobre la historia de Irán están acertados a medias. Si bien se describen muchos comportamientos poblacionales y eventos que realmente sucedieron, la mayor parte de la información se da por sentada y solo nos dan unas mínimas pautas para que podamos entenderla, pero darle más contexto dependerá de nosotros y nuestra curiosidad por ampliarlo.
Tal y como hacen muchas películas históricas basadas en hechos reales, el peso de la historia se apoya en la trama de Reeza, nuestro personaje, por lo que solo tendremos una única perspectiva de lo que pasó, la que podamos ver a través de sus ojos, o cámara. Esta última, además, es un elemento jugable que nos permitirá retratar los diferentes momentos de la revolución para ir avanzando. A través de las fotografías, iremos desbloqueando nuevas entradas en el diario que nos permitirán hacernos un pequeño esquema mental de qué está pasando y quién va con quién. La cámara de Reeza y las decisiones jugables son, sin duda, dos de las grandes bazas con las que cuenta el juego, y es que pocas veces elegir había sido tan difícil. Si la revolución de Markus en Detroit: Become Human es una burda apropiación de la lucha por los derechos civiles de los afroamericanos en Estados Unidos, aquí nos encontramos con una verdadera revolución y las funestas consecuencias que puede conllevar: muerte, desplazamientos, traiciones entre amigos y familiares y un largo etcétera de crímenes contra la humanidad que se llevan a cabo en nombre de los ideales o la fe. Y es que uno de los principales objetivos de 1979 Revolution era precisamente poner en evidencia que, en momentos como éste, no hay decisiones buenas o malas, no hay nada que sea blanco y negro, si no un gris puramente humano donde equivocarse está permitido, independientemente de si pagas el precio.
Duración
Una experiencia corta pero con la opción de la rejugabilidad, siendo esta doblemente interesante para explorar la divergencia de caminos que nos propone la historia. Alcanza sin problemas las dos horas largas de duración si eres un jugador dedicado que aprecia el trabajo de documentación que nos ofrece el título. A cada fotografía disparada por Reeza nos encontraremos una entrada en su diario que amplia la información sobre los eventos ocurridos y, además, adjunta una fotografía real donde podemos ver claramente dónde se ha inspirado el juego. Además, explorar los diversos entornos disponibles también nos revelará cintas de cassete, el Twitter de la epoca para hacer correr la voz de la revolución o documentos históricos para todos aquellos interesados en profundizar sobre el tema.
Conclusiones
Siempre he agradecido que existan videojuegos como 1979 Revolution Black Friday, ahora bien, creo que el nivel de impacto es aún mucho menor que el que consiguen este mismo tipo de historias en el cine. Solo hay que ver Persépolis, también sobre la revolución iraní, o Domingo Sangriento, como otro ejemplo de levantamiento pacífico que acabó en sangre, para darse cuenta de que, a nivel de empatía, efectismo y calidad de las tramas, a los videojuegos aún les queda camino que recorrer. Aún así, el equipo de iNK Stories ha sabido aprovechar las herramientas que les ha dado el medio para construir un sólido relato que combina la narrativa factual de ficción con documentación real en un intento por acercar al espectador a la historia de la revolución iraní.
Como apuntes finales, mencionar que no consta de subtítulos en castellano y todos los textos están en inglés. El precio en la Microsoft Store es de 11.99€. Además, cuenta con la funcionalidad extra de Mixer Streaming.
*Gracias a Digerati por habernos proporcionado el material para la review.