Emprendemos un largo viaje para traeros el análisis de Assassin's Creed: Odyssey, la nueva entrega con la que cambiaremos el destino de la antigua Grecia.
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Hace prácticamente un año Ubisoft retomaba la saga Assassin’s Creed y su recepción no pudo ser más satisfactoria. Fuimos muchos los que habiendo perdido la esperanza en una franquicia que se venía ahogando en un mar de dudas durante los últimos años, nos sorprendimos al tener la majestuosidad del antiguo Egipto a nuestros pies. Y es que Assassin’s Creed: Origins, gracias a la tecnología del motor AnvilNext junto a nuevas mecánicas jugables, supuso una vuelta de tuerca y demostró que las grandes producciones necesitan oxigenarse para volver fuertes, aunque eso sí, cociendo a fuego lento. Lo que no sabíamos en aquél entonces, era que mientras Ubisoft Montreal había estado desarrollando Egipto, Ubisoft Québec estaba desarrollando Grecia, y así fue que para sorpresa de todos la compañía anunciaba en el pasado E3 de 2018 este Assassin’s Creed: Odyssey.
Si, ya sé lo que estáis pensando: “mismo perro con distinto collar”, “otra vez una entrega anual”… y debo confesar que yo también he tenido esos pensamientos. Pero una vez al mando del juego todo es diferente, no tanto así gráficamente, pero sí en la parte jugable.
De todo eso os hablaré luego, y muy especialmente de si merece o no la pena jugar a esta nueva entrega. Pero antes que nada, un poquito de historia.
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Assassin’s Creed: Odyssey nos llevará por un extenso viaje que empieza casi 400 años antes de los acontecimientos vividos en Assassin’s Creed: Origins, situándonos concretamente en el 431 a. C. cuando se inició la Guerra del Peloponeso. Este conflicto militar fue clave en el desarrollo de la historia de la antigua Grecia, y enfrentó a las formaciones que ganaron a los persas en las Guerras Médicas: la Liga de Delos (encabezada por Atenas) y la Liga del Peloponeso (Esparta). Atenas es una ciudad demócrata con un creciente poder y aprovechamiento sobre Esparta, y ésta teme una gran invasión naval. Como fruto de toda esta tensión se inicia una guerra de territorios en la que nos veremos involucrados como Alexios o Kassandra, nietos de Leónidas y conocidos como misthios (mercenario). En el papel de uno de estos dos protagonistas deberemos decidir si nos aliamos con los emergentes atenienses, o si nos posicionamos en favor de los espartanos que nos vieron nacer. En cualquiera de los casos, el destino de Grecia estará en nuestras manos. Esta es nuestra Odisea.
Apartado Técnico
Assassin’s Creed: Odyssey vuelve a hacer gala del impresionante apartado gráfico que ya pudimos ver en la entrega anterior, solo que en esta ocasión, la recreación es la del país que trajo al mundo a grandes pensadores como Sócrates, Platón o Aristóteles. Nos encontramos nuevamente con un mastodóntico mapa dividido por niveles en el que cambiamos las palmeras y los densos desiertos, por las majestuosas ciudades helénicas y sus archipiélagos. Debido a su particular geografía, moverse por la antigua Grecia requiere de muchas travesías marítimas, pero todo lo referente al mar está perfectamente cuidado, y se hace especial énfasis en la exploración marina. Creo justo afirmar que después de Sea of Thieves, este es el mejor mar que he visto representado en un videojuego, por lo que en este apartado Ubisoft ha logrado mejorar las físicas vistas en Assassin’s Creed: Origins, haciéndolas aún más realistas.
La escala y distancia de dibujado vuelven a ser dignos de elogio, al igual que la belleza y la vida dinámica que encontraremos en cada rincón de esta privilegiada zona del Mediterráneo, quedando absortos ante el inmenso y bello mundo que tendremos a la vista. Todo se mueve, todo tiene vida y todo tiene una razón de ser, porque Ubisoft ha vuelto a hacer un trabajo de documentación absolutamente excelente. Por poner solo un ejemplo, es emocionante llegar a la Acrópolis de Atenas y verla tal y como la describen los libros de historia. O el puerto del Pireo, las idílicas islas Cícladas… si habéis estado allí alguna vez, lo vais a gozar. Y si no, igualmente encontraréis una localización perfectamente ubicada dentro del momento histórico que le corresponde, y con cada templo, cada columna y cada estatua representados en detalle.
Pero nada de esto sería posible sin un preciso uso de la iluminación, muy presente en los escenarios tanto de exterior como de interior, y especialmente notorio en los reflejos del sol y la luna sobre el agua, durante los ciclos de día y noche. Gracias a todo este conjunto gráfico se ha conseguido representar una Grecia verdaderamente inmersiva, pero para serlo del todo el sonido debe acompañar, y en este sentido, también consigue hacerlo con melodías y ritmos étnicos propios del folklore de la cultura griega. Los efectos de sonido también concuerdan perfectamente con lo que estemos viviendo en todo momento, como el graznar y rugir de los animales, el hablar de los ciudadanos, el viento, las tormentas marítimas, etc. El doblaje al castellano resulta bastante eficiente, gracias a las interpretaciones de Sergio Zamora (voz habitual de Matthew McConaughey) en el papel de Alexios, y de Joël Mulachs (Scarlettt Johansson) en el de Kassandra. Un reparto principal de alto nivel complementado por el resto de personajes que cumplen sobradamente, aunque algunas veces hemos percibido alguna desincronía. Nada grave.
En cuanto al rendimiento, podemos decir que en general es bastante estable, ya que la acción del juego se desarrolla a 30fps fijos y tiene soporte 4K en su versión de Xbox One X, que es la que hemos utilizado para realizar este análisis. Sin embargo, y a pesar de tener ya instalada la versión de lanzamiento con el parche “day one”, sí hemos notado algunos ligeros problemas, como algún personaje que se ha comportado de manera inesperada, la aparición de popping, o la presencia de texturas a veces irregulares, pero entendemos que en futuras actualizaciones Ubisoft irá puliendo estos detalles.
Jugabilidad
Al empezar la aventura deberemos elegir entre Alexios o Kassandra como protagonista, 3 niveles de dificultad y entre el modo “guiado” o el modo “exploración”. El primero es el habitual de la saga, donde la marca del destino está presente con la misión activa, y el segundo es uno nuevo que obliga a investigar más a fondo, y lo haremos obteniendo pistas de hacia donde debemos ir. En lugar de ir simplemente hacia donde se nos indica, iremos a “un almacén que hay junto al puerto, al norte de la montaña X”. Este modo se siente muy fresco y es el recomendado por los desarrolladores del juego, aunque obviamente, nos llevará más tiempo para completarlo.
Pero sin duda la gran novedad jugable de Assassin’s Creed: Odyssey y la que más incide en la progresión, es la capacidad decisoria. Hablar y escuchar ya no será un mero trámite, ahora deberemos meditar muy bien nuestras respuestas durante las conversaciones, ya que de ello dependerá que el juego se desarrolle de uno u otro modo hasta el punto de ofrecernos varios finales. Igual ocurre con nuestras acciones, porque si asesinamos a inocentes o robamos iremos acumulando infracciones en un medidor, y cuando éste sea lo bastante notorio a alguien se le ocurrirá pedir una recompensa. Podemos pagarla para liberarnos de la búsqueda de los cazarrecompensas del juego, que a menudo tendrán un nivel superior al nuestro, o esperar a que vengan a por nuestra cabeza y llevarnos de paso la suya de recuerdo junto a todas sus pertenencias.
El combate se ha visto rediseñado, y ahora la mayoría de las habilidades que iremos desbloqueando en el árbol pasan de ser totalmente pasivas a ser activas. Tenemos 4 acciones, una para cada botón del mando, que se activan y ejecutan manteniendo pulsado el botón LB en el caso de las armas de mano, y el botón LT para el arco. Nuevamente, por cada nivel de personaje conseguido iremos recibiendo puntos, y con ellos el protagonista se hará más poderoso. Estos puntos se reparten en torno a tres sendas: La del Combate, con técnicas para ser más duchos en peleas cuerpo a cuerpo; la de la Caza, donde encontraremos talentos más orientados al uso del arco; y por último la del Asesinato, cuyas capacidades se centran en el sigilo y en la forma en la que ejecutamos a los enemigos.
De este modo podremos variar mucho la manera en la que atacamos a los enemigos para completar las misiones, aportando gran versatilidad a los combates y huyendo totalmente de la monotonía, especialmente en el nivel más alto del juego. Todo un acierto por parte de Ubisoft, en su intento por adaptar y hacer evolucionar la serie hacia elementos y mecánicas más habituales del género RPG, pero dentro de una guerra. Y como estamos en guerra, tendremos como objetivo liberar territorios para apoyar a nuestro bando. Para ello al eliminar capitanes y destruir sus recursos, iremos debilitando la región hasta el momento en el que podamos iniciar una gran batalla, llamadas Conquistas, y que consisten en espectaculares cargas contra ejércitos de soldados, al más puro estilo de las películas de “300”.
Otra de las novedades está en la equipación del personaje. Al igual que en la entrega anterior, a medida que nuestro misthios vaya completando misiones y encontrando tesoros, conseguirá armas y ropajes que responden a un código de colores y rarezas. Hay muchas partes de equipo y armas diferentes, más o menos poderosas, pero también con muy distintos atributos para adaptarse a todo tipo de jugadores y estrategias. Además de aumentar su nivel con Dracmas (moneda de Grecia hasta la llegada del Euro) podremos hacerles un grabado, que aparte de una nueva estética les aportará habilidades extra.
Desaparece la vestimenta completa, uno de los arcos, el escudo y los utensilios adicionales (dardos sedantes y bombas). Ahora el equipo lo forman la lanza de Leónidas que actúa como artefacto mágico pasivo, dos armas de mano, un arco, un atuendo dividido entre casco, coraza, perneras y botas, y un caballo: Fobos. El cómo utilizar todo este equipamiento junto con las habilidades será decisión de cada jugador, ya que esta entrega vuelve a proponer y permitir avanzar tanto con enfrentamientos directos, como con la acción de sigilo, reservada para los más pacientes.
Otra parte del equipo y de nuevo fundamental, es nuestra inseparable águila, ahora llamada Ícaro, ave sin la que superar Assassin’s Creed: Odyssey no sería posible. Con la sincronización de las atalayas aumentaremos su percepción, que nos ayudará en las tareas de detección de enemigos y tesoros. Será nuestros ojos en el cielo actuando a modo de dron, y también tendrá habilidades que la harán más precisa y útil. Con ella “quemaremos” el modo foto ya que seremos testigos de las estampas aéreas más impresionantes, mientras nos aporta toda su ayuda y un ahorro considerable de tiempo en la ejecución de las misiones.
Y si por el aire utilizaremos a Ícaro, por el mar navegaremos en nuestro potente navío de guerra, imprescindible para movernos por el extenso mapa a disposición, y con el que asistiremos a emocionantes batallas y abordajes navales. Conforme nuestro personaje aumente de nivel, “La Adrastea” también lo hará. Pero el punto fuerte estará en su progresión, pues gracias a la recogida de materiales podremos mejorar sus capacidades, variar su aspecto e incluso cambiar a una tripulación que ofrecerá distintos cantares durante las travesías. También será vital reclutar hasta un máximo de cuatro lugartenientes que le otorguen nuevos atributos.
Duración
Supongo que ya os habréis hecho a la idea de que Assassin’s Creed: Odyssey es un juego tan rico en detalle como en contenido. Al igual que sucedió con la entrega anterior de la serie, tomarlo a la ligera yendo al grano no será del todo recomendable, ya que siempre se nos va a exigir un cierto nivel de personaje y barco para abordar (nunca mejor dicho) los objetivos principales. Para ello deberemos eliminar objetivos como capitanes y mercenarios, o combatir en las Conquistas y en batallas navales, además de completar todo tipo de misiones secundarias y diarias, que pasan del centenar. También tendremos cientos localizaciones entre fortalezas, campamentos, guaridas de animales, investigaciones de sucesos, conquistas, abordajes, atalayas, tumbas, tesoros hundidos y más secretos por descubrir que no os puedo contar aquí.
La inmensidad de su mundo además de estar llena de vida y naturaleza que admirar, tiene tantas cosas para hacer, que en un primer contacto llega a abrumar, dando incluso la sensación de que no nos lo vamos a terminar nunca. Pero al igual que sucedió con Assassin’s Creed: Origins, se puede, y aunque completar la historia principal puede tomarnos cerca de 40 horas, dedicarnos a completarlo todo nos puede llevar a superar las 70 horas de juego sobradamente. Todo dependerá de en qué modo juguéis y con cuánto detenimiento lo hagáis.
Conclusión
Assassin’s Creed: Odyssey sigue la evolución natural de la nueva trilogía, pero puliendo algunas de sus mecánicas jugables y aportando una potente narrativa con una de las mejores tramas de la serie. El nuevo sistema de combate con el uso múltiple de habilidades y la nueva progresión de personaje donde cada decisión cuenta, abrazan la senda del rol y le dan una identidad propia dentro de un mundo tan mastodóntico como dinámico. La cariñosa recreación de los escenarios y la documentación que Ubisoft ha aportado al juego sobre este episodio de la historia antigua, es algo que todo amante de la mitología griega sabrá valorar.
Pero si bien todas las novedades y mejoras le convierten en la entrega más completa y rejugable hasta la fecha, los jugadores que tengan aún muy fresco a Bayek de Siwa (Assassin’s Creed: Origins), pueden sentir que esta nueva entrega llega demasiado pronto y es muy continuista. No es tan revolucionario, es cierto, pero aun así los protagonistas tienen carisma, la historia engancha, todo es escalable y todo es navegable. Para redondear, lograr el 100% nos puede llevar a recorrer el mapa durante tantas horas como para terminar con las sandalias rotas. Y lo más importante: de cada uno de nosotros depende el cómo queremos vivir esta gran tragedia griega.
*Nota: Agradecemos a Ubisoft el material proporcionado para realizar esta review.