Activision rompe el ciclo anual repetido durante años para ofrecer entregas con identidad propia.
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El futuro de Call of Duty acaba de dar un giro importante. Tras años alternando entregas de Modern Warfare y Black Ops casi sin descanso, el equipo responsable de la franquicia ha confirmado que este modelo llega a su fin. Una decisión que busca romper la sensación de repetición y ofrecer experiencias más diferenciadas, algo que la comunidad llevaba tiempo reclamando.
El mensaje llega acompañado de un reconocimiento directo: no todos los jugadores están satisfechos con la dirección reciente de la saga. El equipo asegura que ha escuchado las críticas y que quiere devolver a la marca la ambición y el impacto que la convirtieron en líder del género durante tantos años.
Adiós al ciclo MW–BO: cada entrega será única y con mayor innovación
A partir de ahora, Activision dejará atrás la estrategia de “‘un año MW, al siguiente BO’”. Según explican, el motivo principal es garantizar que cada nuevo lanzamiento aporte algo diferente, con su propia personalidad, evitando que dos entregas seguidas se parezcan más de la cuenta. El estudio promete apostar por innovaciones reales, no pequeños cambios, y preparar experiencias que se sientan frescas incluso para quienes llevan décadas en la saga.
Dentro de este nuevo enfoque entra también Black Ops 7, al que describen como un sucesor espiritual de Black Ops 2 con un plan de contenido más grande que nunca. Pero ahora, recalcan que su intención es que cada entrega futura (sea de la subserie que sea) tenga tiempo y espacio suficiente para construirse sin prisas ni comparaciones directas con el lanzamiento del año anterior.
La compañía asegura que esta decisión marca el comienzo de una nueva etapa para Call of Duty. Con un calendario más flexible y equipos centrados en crear juegos distintos entre sí, el objetivo es recuperar la confianza de los jugadores y volver a sorprender año tras año.

