El regreso de la franquicia se olvida de sus raíces y busca afianzarse en lo hecho en la tercera entrega.
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La, hasta ahora, trilogía Skate tuvo su punto más alto en la tercera entrega por distintas razones. En primer lugar, creo, principalmente por ser retrocompatible en Xbox desde hace ya un buen tiempo y, en segunda instancia, porque varios youtubers se dedicaron a analizar el título haciendo énfasis en las extrañas físicas que presentaba.
En un mundo dominado nuevamente por Tony Hawk y los remasters de cuatro de sus juegos, EA decidió volver a resucitar a Skate tomando muchísimo de lo visto en aquella tercera entrega de la saga; que casualmente era la que más se alejaba de la idea original y perfilaba a la franquicia para el lado mucho más de lo arcade que del realismo que se pretendía originalmente.
Skate se lanza a las rampas de una nueva oportunidad
Esta nueva entrega de la IP presenta distintos esquemas de control, uno tradicional y uno moderno, ambos se sienten muy bien y transmiten una sensación de diversión y facilidad para hacer ciertos trucos con el skate con apenas ejecutar una secuencia simple de comandos. La esencia del juego es justamente esa, ir por toda la ciudad de San Vansterdam realizando distintas pruebas con el skate.
El territorio en donde transcurre el título está dividido en cuatro distritos repletos de áreas con obstáculos, rampas y otros objetos que se pueden utilizar de distinta manera con la tabla de cuatro ruedas. En sí, la urbe transmite cierta vida, no solo por los otros jugadores que están explorando el mismo lugar, sino también por los autos y algunos NPC que recorren las calles. Eso sí, en todas mis horas de partida no me topé con ningún oficial de la ley que quisiera impedirme que raye todas las barandas de cada una de las escaleras, algo que quizás termine agregándose cuando el juego finalmente presente su versión final.
Las excelentes bandas sonoras son una marca registrada en estos juegos y este no es la excepción. En Skate, la acción vibra al ritmo de grandes pistas de bandas de punk, metal y hip-hop interpretadas por grandes artistas de renombre y bandas mucho más humildes que están dando sus primeros pasos hacia una muy merecida fama. De hecho, se pueden ir incorporando más pistas musicales a medida que se encuentran en distintos puntos de la ciudad.
Gráficamente, el título presenta un muy buen detalle y lo acompaña con un excelente modo foto que demuestra la confianza que se tienen los desarrolladores para que el producto destaque. A su vez, el título se puede disfrutar con subtítulos e interface en español con un gran trabajo de localización cuya única pega es que excluye a nuestro idioma en cualquiera de sus variantes del doblaje, aunque sí le da lugar al alemán y al francés.
Los solitarios como yo estarán tristes al saber el título no incluye ningún tipo de campaña para un solo jugador, sino que Skate se nutre constantemente del entorno online donde se crean distintos eventos que permiten ganar reputación en sectores específicos del mapa. Que a su vez se transforman en puntos para obtener distintos ítems cosméticos para el avatar del jugador o para la tabla del skate en sí. El juego se presenta como un free to play, pero que le abre la puerta de par en par a las microtransacciones para adquirir distintos elementos con dinero real.
Las personalizaciones están a la orden del día. Los avatares se pueden personalizar en cada aspecto y las opciones de vestimenta abundan. Extrañamente, el juego permite escalar paredes, saltar desde grandes alturas sin skate y otros detalles tan particulares como extraños que en todo momento aseveran que no estamos ante un juego que tiene al realismo como un aspecto muy olvidado.
Con Skate, está claro que EA no busca al público de las primeras horas de la franquicia, sino a aquellos que quedaron fascinados con la última entrega, un nicho difícil con la volatilidad típica de los que buscan lo frugal y momentáneo, pero que tal vez rinda sus frutos. De lo contrario, quizás el punto que aparece detrás del nombre del título se termine convirtiendo en el punto final en la vida de la franquicia.






