Analizamos para Xbox uno de esos juegos que es imposible jugar solo una partida, Orcs Must Die: Deathtrap.
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La saga Orcs Must Die! lleva su buena cantidad de años en el mercado y logró consolidar una gran cantidad de fans entre sus filas. Pero con cada nueva entrega aparecen varias personas que se preguntan qué es esto de Orcs Must Die, y creo que empezar el análisis de la última entrega con un breve resumen de las bases de la franquicia no estaría nada mal.
Si nunca tuviste la posibilidad de disfrutar de esta IP, te comento que Orcs Must Die es una amalgama entre un título de disparos en tercera persona multijugador cooperativo y un tower defense de lo más clásico. El objetivo es siempre aniquilar hordas y hordas de orcos que buscan penetrar en diversos portales de cada uno de los escenarios, valiéndose de trampas colocadas estratégicamente en varios puntos y haciendo uso de las propias habilidades de cada uno de los magos guerreros que se pueden seleccionar.
En el caso de Orcs Must Die! Deathtrap, el juego, se ubica cronológicamente después de los eventos de la tercera entrega numerada de la saga y tiene a los orcos divididos en cuatro facciones que siguen con la misma idea de invadir y arrasar las ciudades humanas.
Escoge tu arma predilecta y prepárate para ser la última línea de defensa contra las invasiones de estos desagradables seres. Eso sí, la brutalidad contra los orcos no faltará tampoco en esta nueva oportunidad. Vamos allá.
Apartado técnico
La identidad de la franquicia desde el apartado visual sigue estando presente en esta nueva entrega, con sus colores brillantes en aliados, enemigos y fondos. El diseño construido desde la base de las texturas simples y estilo caricaturesco le sigue sentando muy bien a la saga, aunque no se despega demasiado de lo ya visto en Orcs Must Die! 3, por lo que si esperabas algún tipo de innovación determinante te vas a llevar una decepción.
Musicalmente, la franquicia sigue coronándose con un despliegue estridente de hard rock/metal que incluso acompaña con distintos riffs la selección de trampas que se dispongan para el exterminio de los orcos en cada uno de los escenarios. En lo que a voces respecta, los diálogos, solo disponibles en inglés, creo que presentan una calidad inferior al de las entregas anteriores, aunque esto puede que se deba más al guion que a la calidad de los actores de doblaje en sí.
Este análisis fue realizado enteramente en una Xbox Series S y durante el tiempo que pasé asesinando orcos de todas las maneras posibles, no noté una caída de frames significativa en ningún momento, ni siquiera cuando la pantalla estaba cubierto de todas las especies de orcos posibles y mis trampas apenas daban cuenta de ellos. Punto grande para el trabajo de optimización de Robot Entertainment.
En materia de localización, el juego se puede disfrutar en español exclusivamente en su variante latinoamericana y sorprende la exclusión ibérica. Cabe destacar también que nuestro idioma se hace presente en menús y subtítulos y las voces solo están disponibles en su idioma original.
Jugabilidad
Para muchos, Orcs Must Die! 3 fue el pico máximo de la franquicia, la perfección de todo lo que se venía haciendo en distintos puntos, por lo que los desarrolladores tenían el arduo trabajo de ver qué agregar a una fórmula ganadora para sumar y no restar. Una de las ideas que implementaron en esta nueva edición fue la de salir de la idea tradicional de una campaña estructurada en la que cada capítulo tenía una fase completa para defender y apostar por un enfoque mucho más libre para el jugador.
Esto se traduce en que en esta ocasión la campaña se genera de manera azarosa, en la cual fallar es casi un deber dada la idea de roguelite que se incorpora a las filas de la franquicia. Una propuesta que tendrá tanto detractores acérrimos como fans que considerarán esto como una mejora para darle frescura a la IP.
Creo que es importante tener en cuenta que la saga nunca se caracterizó por tener una historia profunda, digna de un relato de Borges ni mucho menos, tampoco es que la necesite de manera alguna. El poco drama que podían tener las entregas siempre estuvo diluido en el tono divertido y casi de comedia de todos los personajes.
Dicho esto, la idea del juego sigue siendo la de proteger puntos estratégicos de la invasión de los orcos. Esto se hace con las propias armas de los seis magos guerreros disponibles y las trampas que se deben ir colocando en puntos clave de cada una de las fases. Estos artilugios se construyen a partir de los recursos que se tengan disponibles y van desbloqueándose conforme el jugador aumente su nivel.
Puede que seis personajes seleccionables te suene a poco, pero teniendo en cuenta que la edición anterior permitía solo dos, esto es un gran progreso. Adicionalmente, ninguno de los magos se siente genérico en absoluto y habrá una elección satisfactoria para cada tipo de jugador, ya sea los que gusten más de los ataques ágiles cuerpo a cuerpo como de aquellos que prefieran los cómodos ataques a distancia.
Los mapas de esta edición son los más grandes que ha tenido la saga, lo que aumenta considerablemente el desafío y la necesidad de cooperar con otros jugadores de manera eficiente, siendo que las rutas de acceso de los invasores son varias. Entre las olas de atacantes, ahora también es posible seleccionar distintas modificaciones aleatorias que pueden cambiar de manera significativa toda la defensa del lugar. Las mejoras acompañan al jugador hasta la muerte del personaje, algo que pasará muy frecuentemente, créeme, pero en cada fase se suman también elementos de “antimejora” que hacen que la partida se vuelva mucho más compleja y evita que los magos guerreros se vuelvan casi invencibles, algo que pasaba mucho en las ediciones anteriores.
Al perder o salir de las fases por voluntad propia, el jugador aparecerá de nuevo en el hub del título y allí podrá cambiar los cráneos de orcos que haya recolectado y que son la moneda de cambio que ofrece Orcs Must Die! Deathtrap. Una de las pegas más grandes de la saga, a mí entender, siempre fue la poca consideración hacia el jugador que prefiere las partidas en solitario, en esta entrega el patrón se repite. Que se entienda, el título permite perfectamente jugar de a uno, el problema es que claramente no fue pensado con ese propósito y el tamaño de los mapas hace que sea prácticamente lidiar con todos los ataques sin ayuda de algún colega.
Duración
Es posible terminar las campañas en unas 18 horas aproximadamente, pero siempre hablando dentro del multijugador. En el caso de encarar la partida en solitario, ese número de horas fácilmente se puede triplicar por la endiablada dificultad y se precisará de muchísima paciencia.
Un punto interesante a destacar es que los elementos de roguelite y las bonificaciones aleatorias les suman un aspecto lúdico al juego que hace que cada partida sea diferente.
Conclusión
El título podrá no encantar a aquellos que busquen una experiencia relativamente justa para un solo jugador, pero sigue siendo un verdadero comehoras en lo que multijugador se refiere, con la misma esencia de las entregas anteriores y algunos añadidos más que mantienen el entretenimiento de forma constante.
Orcs Must Die! Deathtrap no es un salto cualitativo de relevancia en la franquicia, pero sí expande lo ya hecho y se anima a condimentarlo de una forma diferente con elementos varios que hace que el título se amplíe sin que esto signifique una mejora sustancial.
Una buena para los amantes del formato físico: Meridiem ya ha confirmado que el título está disponible en Xbox en formato físico, por lo que puedes añadirlo a tu biblioteca no virtual cuando lo desees.
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Apartado técnico80/100
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Jugabilidad70/100
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Duración74/100
Lo bueno
- El roster ampliado de personajes seleccionables
- Los mapas son verdaderamente bestiales
Lo malo
- La campaña claramente no es para un solo jugador
- No logra superar a Orcs Must Die! 3 con sus nuevos elementos







