Metal Gear Solid Delta: Snake Eater vuelve con gráficos renovados, sigilo clásico y 60 FPS, esto es lo que debes saber de la nueva edición para Xbox.
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El regreso de Snake era uno de los más esperados del verano, y ya lo tenemos aquí: Metal Gear Solid Delta: Snake Eater. Esta nueva versión de la legendaria entrega de 2004 llega el 28 de agosto, y lo hace con un enfoque que apuesta por el respeto al material original mientras se actualiza a lo grande para las consolas actuales.
No estamos ante un reinicio ni una reinterpretación, sino ante un remake fiel a la visión de Hideo Kojima (aunque él ya no esté en Konami desde hace años) han respetado por completo la obra original. Lo que encontramos es la misma historia ambientada en plena Guerra Fría, con un Snake que debe infiltrarse en la selva y evitar que se desate un conflicto a escala mundial; pero ahora con un aspecto más moderno, sonido envolvente muy mejorado y un sistema de control que ofrece tanto el estilo clásico como uno renovado para los nuevos jugadores, hay espacio para todos.
Apartado técnico
Lo primero que noté al arrancar Metal Gear Solid Delta: Snake Eater es lo suave que se mueve todo a 60 imágenes por segundo estables. Jugué al original en su día en PlayStation 2, y la diferencia es brutal. Aquella versión ya me parecía avanzada para la época, pero aquí la selva se siente mucho más real: la iluminación dinámica cambia por completo la atmósfera, los rayos de sol atravesando las copas de los árboles o la lluvia golpeando la vegetación logran una inmersión que antes solo podíamos imaginar.
Me ha sorprendido también el nivel de detalle en Snake. Ahora no solo es un modelo más definido: su ropa se desgasta, las heridas dejan marcas permanentes y las expresiones faciales aportan un realismo que intensifica cada escena. Sí, es verdad que en algunos momentos las texturas del entorno no están al nivel esperado para un remake de esta magnitud, pero aun así el conjunto transmite una potencia visual que no desentona con los estándares actuales.
Análisis en vídeo
El sonido ha sido otro salto que agradecí mucho. Cuando escuchas a un enemigo moverse entre la hierba o un pájaro levantar el vuelo a tu espalda, la sensación de estar en plena selva es mucho más inmersiva que en el original. Si a eso sumamos el doblaje intacto, la experiencia respeta lo que vivimos hace dos décadas, pero lo amplifica con la tecnología de hoy.
Jugabilidad
Si tuviera que definir la jugabilidad en una palabra, sería familiar. Todo lo que me enganchó en 2004 está aquí: el sigilo, la supervivencia, los camuflajes, la necesidad de curar heridas manualmente… pero con controles más adaptados al jugador actual. Poder elegir entre el esquema clásico y uno moderno me parece un acierto, porque conserva la esencia, pero también abre la puerta a quienes nunca tocaron el original.
Si algo define a Metal Gear Solid Delta: Snake Eater es el sigilo, y aquí se mantiene intacto el espíritu del original. La selva sigue siendo un personaje más, obligándote a pensar cómo moverte, cuándo camuflarte y de qué forma acercarte a los enemigos. Personalmente, me ha sorprendido lo bien que se siente este aspecto con los nuevos controles modernos, que aportan fluidez y comodidad sin perder la esencia de los mandos clásicos que recordaba en 2004. Eso sí, para los más puristas, también se puede jugar con el esquema de control original.
El CQC (Close Quarters Combat) es otro de los pilares que he notado mucho más pulido. Ahora los agarres, interrogatorios y derribos fluyen con más naturalidad, y la sensación de tener el control en cada enfrentamiento es mucho mayor. Lo mismo ocurre con las armas de fuego: aunque no es un shooter al uso, el apuntado resulta más preciso y responde mejor, algo que en la versión de PS2 se sentía más tosco.
En general, la jugabilidad de Delta mantiene el ADN de la saga, pero introduce pequeñas mejoras de calidad de vida que se agradecen. No se siente como un juego nuevo, sino como una versión renovada de algo que ya funcionaba muy bien, solo que ahora adaptado a lo que esperamos en 2025.
La supervivencia sigue siendo la esencia: cazar animales, usar trampas, curarte con lo que tengas a mano y jugar con el sistema de camuflajes. Es cierto que hoy en día hemos visto sistemas más elaborados en otros juegos, pero aquí todo encaja con el ADN de la saga. Es esa sensación de estar aislado en plena selva, donde cualquier error puede costarte caro, lo que hace que la experiencia siga siendo tan intensa como lo fue en su día.
La jugabilidad me ha dejado con la sensación de que no han querido reinventar la rueda, pero sí pulir lo justo para que la experiencia se sienta actual sin perder lo que convirtió a Snake Eater en un clásico.
Duración
La campaña principal ofrece entre 15 y 20 horas de juego, dependiendo de cómo afrontemos las misiones y del tiempo que dediquemos al sigilo frente al combate directo. No es una aventura que se extienda innecesariamente, sino que mantiene un ritmo medido y coherente durante sus capítulos, tal cual al original. Además, cuenta con modo foto, por lo que podrás pasar tiempo sacando las mejores capturas, ajustando de este añadido que da mucho juego, se pueden hacer verdaderas maravillas.
Además, la rejugabilidad es un factor importante: cambiar de tácticas, probar otros camuflajes, descubrir secretos ocultos en la selva o desbloquear las escenas del Secret Theater alarga la vida útil del juego de manera natural. Si a esto sumamos los modos adicionales como Fox Hunt, la propuesta gana enteros para quienes quieran seguir exprimiéndola tras completar la historia principal.
Conclusión
Metal Gear Solid Delta: Snake Eater es un homenaje a uno de los títulos más influyentes de la saga. No rompe esquemas ni busca reinventar lo que ya funcionaba, pero logra actualizarlo lo suficiente para que siga siendo atractivo en 2025. Técnicamente, cumple, el control se adapta a todo tipo de jugadores y la historia, con su trasfondo político y humano, mantiene toda su fuerza en 2025.
No es un remake perfecto (hay apartados gráficos mejorables y algunas animaciones que no han envejecido bien) pero lo que ofrece es una experiencia fiel, intensa y más inmersiva que nunca, con la ventaja de moverse fluido a 60 FPS y de traer consigo añadidos que aportan variedad así como su nuevo control.
Snake regresa con fuerza, y aunque esta selva ya la habíamos recorrido, sigue siendo un lugar donde el sigilo, la supervivencia y la tensión brillan como el primer día. Para los veteranos será una oportunidad de reencontrarse con un clásico; para los nuevos, una puerta de entrada a una de las mejores historias de la saga Metal Gear.
Agradecemos a Konami el material ofrecido para poder realizar este análisis.
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Apartado Técnico88/100
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Jugabilidad90/100
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Duración89/100
Lo mejor
- Respeta la esencia del clásico, con mejoras de control que facilitan la experiencia a veteranos y nuevos jugadores.
- Sistema de daños y desgaste en Snake muy detallado, con heridas y ropa deteriorándose en tiempo real.
- Las escenas cinemáticas siguen siendo brutales.
Lo peor
- Algunos escenarios resultan algo vacíos, transmitiendo la sensación de que podían haberse trabajado más en un remake de esta magnitud.
- El Unreal Engine no termina de convencer.






