Pocas cosas evocan tantas sensaciones como el sonido en un juego de terror, ya sea por su capacidad inmersiva o la banda sonora en lo momentos más intensos.
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La música considerada como arte, ciencia y lenguaje universal es un medio de expresión sin límites que llega a lo más íntimo de cada persona y que está presente en cada día de nuestras vidas. Puede transmitir diferentes estados de ánimo y emociones por medio de símbolos e imágenes aurales, que liberan la función auditiva tanto emocional como afectiva e intelectual.
De la misma manera, permite expresar miedos, alegrías y sentimientos profundos de todo tipo. Es un arte que comunica, que entretiene, ambienta, entre otras funciones más y es por todo esto, además de otros factores, que se juntó la imagen con la música, generando así piezas improvisadas y ritmos ya establecidos. Si bien, luego nació la idea de que la música debía tener un objetivo claro. Así fue como se decidió que esta debía tener un fin expresivo y que se debían crear melodías que acompañaran imágenes concretas.
Dicho de otra forma, una banda sonora tiene la capacidad de reforzar, con sus efectos, las intenciones de cada secuencia sean con orquestaciones, con ritmos diferentes o incluso con el recurso de los silencios. Esa es la clave para que la simbiosis sea eficaz y ni siquiera los videojuegos escapan de esta máxima, especialmente los que están vinculados al terror.
La vibración emocional del sonido
El miedo: ¿alguien puede decir que no ha sentido miedo alguna vez? Esta es una emoción que nos invade ante cualquier circunstancia de la vida diaria y esto no es nada malo, es normal. Al fin y al cabo, cualquier cosa puede dar miedo a una determinada persona y puede ser un miedo real, ante un peligro real y que tiene un valor adaptativo o irreal si tiene origen imaginario, distorsionado y catastrofista.
En este último caso, es común que, ante una escena de terror, muchas personas tiendan a taparse los ojos antes que los oídos. Lo que muchos olvidan es que la música es fundamental para que esa escena parezca aún más terrorífica de lo que sería sin una banda sonora que la acompañase. Es mucho más que una mezcla de improvisación, intuición, talento desbocado e imprudencia. Es una herramienta fundamental de la gramática, que no solo tiene la profunda capacidad de perseguir, sorprender y aterrorizar (una cualidad primordial que llega muy dentro de nosotros), sino también la continuidad narrativa y la representación.
En el contexto de los videojuegos, estamos ante productos audiovisuales que enfatizan y reiteran las emociones negativas (especialmente el miedo, aunque este pueda ir acompañado de ira, tristeza, pasividad, sorpresa…) La relación de la música con lo maligno en lo videolúdico no es nueva ni reciente, es algo que lleva muchos años en danza. Algo que se fundamenta en la capacidad para crear desarmonía y su poder para alentar las bajas pasiones a través de los sonidos.
El sonido del miedo
Por ejemplo, en sagas como Silent Hill o Resident Evil, sus compositores siempre han sentido la necesidad de enfatizar y conducir al jugador a la comprensión de las intenciones de los personajes, usando, en primer lugar, la altura del sonido. A este respecto, como un recurso en la definición sonora del grado de irrealidad y transgresión de límites en las diferentes situaciones a las que se enfrentan. La intensidad del sonido también juega un papel importante, tanto en la respuesta del personaje, como la del propio jugador.
En el fondo, los sonidos, músicas y voces fuertes nos conmocionan, aturden y asustan cuando estamos a los mandos. Y es lógico pensar que cuanto mayor sea el poder de la amenaza que nos acecha al final de cada esquina, mayor será la intensidad de los sonidos que pueda emitir o provocar. En este sentido, algunas situaciones inquietantes se provocan por medio de cambios bruscos de intensidad, provocando una fuerte sorpresa, así como mediante voces susurrantes, que se sitúan en una gran proximidad con el personaje y que obligan a un acercamiento que nos causa miedo por no poder evitarlo.
Está claro que la intención de perturbar se ha materializado de muchísimas formas. Si bien, la ausencia de sonido también ha conseguido ser una clara representación de la ruptura de los estereotipos en los videojuegos, convirtiendo los momentos de silencio absoluto en algo aterrador. Con todo, la falta de ruido convierte el silencio sepulcral en una suerte de motivo para causar nerviosismo en el jugador, una herramienta para la construcción de tensión, algo que en el cine ya se había venido utilizando desde hacía tiempo.
Sonidos de terror y desesperación
En síntesis, podemos decir que el sonido en los videojuegos de terror constituye un complejo haz de información y su decodificación en el cerebro humano, en sentido metafórico, va más allá del propósito del compositor. Es lo más parecido a un espíritu responsable de los gemidos y crujidos de la casa por la noche. Y porque un par de acordes pueden simbolizar al monstruo con más precisión que cualquier estampa compuesta de texturas y polígonos.