Intentamos darle forma al argumento de Scorn, con una interpretación totalmente propia. Por si no tenéis ni idea de lo que va.
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El pasado viernes 14 de octubre por fin llegaba Scorn a nuestras Xbox Series X|S y a PC, con una entrada directa en su estreno en Xbox Game Pass. Si os somos sinceros, el título de EBB Software ha sido todo un misterio desde su presentación, con una imaginería y diseño fuera de lo común, tan excepcionalmente detallado que parecía siempre un arte conceptual lo poco que mostraban. Y finalmente hemos comprobado que estábamos equivocados. Scorn, efectivamente se ve así de bien y a 60 fps.
Pero de eso no hemos venido a hablar hoy, porque si algo está sembrando Scorn es la duda sobre su argumento. Literalmente nos soltarán en el suelo y no nos dirán absolutamente nada de lo que hay que hacer, teniendo que progresar por nuestra cuenta. Esto, incluye su argumento, totalmente inexistente y carente de cinemáticas de historia, dejando que el jugador construya su propia trama y objetivos.
Es algo que en esencia no afecta a la jugabilidad y deja que ese aire de misterio envuelva aún más a su perturbador diseño. Sin embargo, no nos podemos dejar de preguntar: ¿de que leches va Scorn? Eso es lo que vamos a intentar explicar. Pero no para los que no lo hayan jugado antes, pues para esta explicación es esencial tratar la totalidad del juego, incluyendo SPOILERS de todo lo que sucede, así que a partir de aquí, quedáis advertidos. También hay otra segunda advertencia, esta explicación no es nada oficial, sino una interpretación propia que podría encajar con el argumento. Seguramente vosotr@s tengáis otra, y me encantaría leerlas en los comentarios.
Argumento de Scorn
En Scorn manejaremos a una especie de humanoide, claramente de origen alienígena, que despierta de su letargo, unido orgánicamente al suelo que pisa. Sin embargo, tras dar unos pocos pasos, y sin que apenas nos demos cuenta, el título nos trasladará a una situación similar, pero con otro escenario (Ojo, que este es un momento clave). Caeremos por un agujero y despertaremos en una especie de instalación, con un aspecto claramente futurista pero hecho con biotecnología. Tras hacer una exploración y un primer puzzle en el que destrozaremos a una especie similar a nosotros para poder continuar, nos quedaremos aturdidos en el suelo con un líquido cubriéndonos casi por completo.
Despertaremos un tiempo indeterminado después, pero en esta ocasión saldremos de una especie de huevo. Quizá años, quizá siglos, quizá milenios después, quién sabe. Pero ahora toda esa instalación biotecnológica está totalmente “invadida” por material orgánico de otra especie invasora que consume todo lo que toca, absorbiendo tanto lo vivo como lo inerte. Este accidente, parece ser el inicio de esta decadencia, provocada precisamente por nosotros, pues recorremos de nuevo zonas que vimos al principio, reconociendo escenarios pero con un aspecto infinitamente más antiguo y desgastado.
En esta nueva etapa, nuestro humanoide protagonista se topará con su principal amenaza, una especie de organismo viviente que nos ataca y, enganchado a nosotros, comenzará a fusionarse con nuestro torso, algo que sucederá progresivamente durante la extensión de la aventura. Poco a poco avanzaremos encontrando nuevas zonas, armas, etc… mientras sufrimos esta nueva transformación, incluso pudiendo ver el progreso de la misma mirándonos el cuerpo.
En última instancia llegaremos a una especie de templo alejado de esta instalación totalmente invadida, un templo que no está “infectado” y que muestra algo más de la raza de nuestro protagonista. Una sociedad avanzada que centra su culto en la creación de la vida, con una especial atención en los fetos. Según podemos leer en los muros de esta última parte, estos adoraban a una nueva especie que bien podría ser la que les ha otorgado mucho de su nueva tecnología y con la que probablemente hayan estado experimentando.
Nuestro protagonista quiere salvarse y librarse de este parásito y para ello usa la tecnología de su pueblo, en un procedimiento quirúrgico que nos permite ver a nuestro enemigo con un detalle importante. Pero ya está demasiado herido para escapar, por lo que intenta sacrificarse para buscar otra manera de salvarse, controlando a una especie de androides, pasando por un proceso bastante sangriento y doloroso que no vamos a describir aquí. Casi lo consigue, pero cuando está a punto de hacerlo, el parásito vuelve a cogernos y esta vez, nos pilla totalmente indefensos. Scorn cierra con la imagen en la que nos hemos convertido, una pila de carne inhumana y deforme que extiende su infección en este lugar sagrado.
El Plot Twist
Ese es el argumento, pero lo que quizá no nos damos cuenta es que en el menú principal, aparece una imagen del protagonista, que se “despega” literalmente del suelo. Pero este es sólo el que causa el accidente para luego verse envuelto en el líquido, pero la cuestión es que ese no es el protagonista, sino el parásito que luego nos termina infectando y matando en última instancia. Como podéis ver en las imágenes inferiores, la primera es la del menú de inicio y la segunda es una imagen del parásito visto por detrás cuando conseguimos quitárnoslo. Es evidente que SON EL MISMO INDIVIDUO.
La deducción tras este hecho es algo más evidente. Nuestro segundo protagonista, el que aparece en esta nueva escena temporal con todo infectado, nace con el objetivo de salvarse, en la parte del templo, donde no ha llegado esta plaga orgánica. Pero precisamente el primero, acaba convirtiéndose en el parásito, que busca unirse al protagonista para alcanzar precisamente la zona del templo, que aún estaba intacta.
Al final su objetivo queda completo y probablemente se haya dado la extinción completa de esta raza humanoide alienígena, consumida por esta plaga infecta que devora y asimila todo lo que toca. Lo que probablemente nos quede por saber es si realmente la ambición de evolucionar por parte de estos alienígenas les haya llevado a realizar múltiples experimentos con su propia raza, gracias a ese culto centrado en la natalidad que parece perseguir la pureza, desechando lo inservible o imperfecto y en definitiva, generando esta misma infección orgánica que desencadena su propia desaparición.