El género del terror tiene un nuevo título que podría ocupar los primeros puestos: Madison es absolutamente terrorífico.
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Muchos son los juegos que se apuntan a este género fácil de los juegos de terror, el de los ‘Jump Scares’. Su función normalmente es siempre la misma, hacernos navegar por un oscuro y peculiar escenario buscando objetos, pistas o simplemente la salida que justifica la excusa perfecta para hacernos saltar del asiento y pasar realmente un divertido-mal rato delante de nuestras pantallas. En este sentido, Madison va un paso más allá, pero sí que podría considerarse un abanderado de esta tendencia.
Y decimos que va más allá porque no todos pueden presumir del conjunto ofrecido por Bloodious Games, porque ya os lo adelantamos, Madison da miedo. Da mucho miedo. Es un juego realmente terrorífico, lo mires por donde lo mires. Realmente han conseguido dar en el clavo con sus intenciones, pues si lo tuviéramos que comparar con los títulos más recientes, casi se daría la mano con el conocido Visage, un juego con el que sinceramente os digo, te planteas en más de una ocasión si merece la pena pasarlo tan mal.
No ocurre lo mismo con Madison, pues se ve apoyado en una historia mucho más interesante y estructurada, empezando por el acierto de darle voz a nuestro protagonista, Luca, que comentará en todo momento lo que va sucediendo y con el que casi coincidiremos en más de una ocasión ante cualquier sorpresa, eventualidad o revelación. Y seguro que os lo estáis preguntando: ¿Quién o que es Madison?
Pues empieza con el juego de palabras de ‘Mad’ – ‘i’ – ‘Son’, que ya nos marcan como un hijo loco, empezando el título con nuestro padre encerrándonos en una habitación porque al parecer hemos matado a nuestra propia madre y hermana en un arrebato de locura del que no nos acordamos. Pronto se revela la relación de Madison Hale, una asesina en serie que cometió terribles atrocidades contra varios miembros de su familia y vecinos, causando mutilaciones y torturas a estos antes de terminar por matarlos y una cámara de fotos instantánea que encontraremos.
Esta cámara es uno de los elementos diferenciadores de Madison y prácticamente el elemento conductor de sus mecánicas, usándola absolutamente a todos los niveles. Luca usará entonces todo a su alcance para conseguir salir de allí con vida y lo que es más importante, intentar comprender que es lo que le está sucediendo.
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Apartado técnico
La presentación de Madison técnicamente es todo lo que se podría esperar de un título de terror de corte realista. Siempre con la inspiración del título que marcó el camino, P.T., la capacidad de provocar tensión con solo un simple pasillo de una casa y que recorrerlo suponga un esfuerzo emocional para el jugador es casi un arte, y en este sentido, no podemos estar más de acuerdo en que aquí lo vemos cumplido.
El sonido 3D, que nos acompaña en todo momento es precisamente el que complementa esta tensión, con la respiración de nuestro protagonista, un afilado hilo de música que nos acompaña (y nos abandona) cuando es necesario y por supuesto una gran gama de estridentes ruidos que nos hagan saltar del asiento constantemente. De hecho, en este sentido, se encargan de que esa tensión nunca se vaya, con sonidos de puertas, crujidos, algún que otro trueno de noche tormentosa… al principio puedes notar que es solo “ambiente”, pero poco a poco Madison te demuestra que no todos los ruidos son inofensivos…
Y es que gráficamente cumple con lo requerido, el escenario principal por el que nos moveremos, la casa del abuelo de Luca, está diseñada realistamente y en Xbox Series X tendremos unas texturas de alta resolución con una tasa de frames desbloqueada que no es precisamente consistente, pero tampoco podemos afirmar que afecte en la jugabilidad lo más mínimo. Donde sí han fallado, es en múltiples problemas técnicos a lo largo de todas las plataformas.
Para Xbox, la versión inicial era de las mejores, salvo por un bug por el que al saltar un logro te devolvía al menú principal, perdiendo parte del progreso adquirido en el proceso, no obstante solo lo podemos señalar como una curiosidad, pues desde hace casi una semana este problema está totalmente resuelto y a día de hoy podemos disfrutar de un Madison libre de bugs y sin aparentes problemas técnicos.
Jugabilidad
Como ya adelantaba al principio del texto, he de confirmar que lo he pasado bastante mal jugando a Madison, es decir, que me he “divertido” pasándolo mal, que es el objetivo real de este tipo de juegos, pues una vez pasada esa barrera de auténtico terror que te hace dejar la partida, dejas que el argumento, la tensión y los constantes sustos invadan tu temerosa mente en forma de risa nerviosa. Y es que cuando empecé a jugarlo pensaba que me estaba haciendo viejo para estas cosas, un argumento ciertamente válido, pero también he de admitir que los juegos de terror han mejorado muchísimo, ganando en realismo y en la manera de ofrecer una experiencia equilibrada que entretenga al mismo tiempo que te hace temer lo siguiente que te vas a encontrar en pantalla.
La conclusión es evidente: Madison da miedo, tiene muy bien balanceada la ambientación, tensión y juega con que no estés seguro en ningún momento, aunque sin llegar a abusar del susto fácil, pues una repetición alta podría hacernos caer en ese estado de ‘insensibilidad’ que desmontaría toda la fachada de este tipo de juegos. A través del diario de Luca, que nos irá indicando los próximos objetivos, nuestra cámara instantánea y una gran dosis de exploración, el título conforma su interesante jugabilidad, que nos lleva a conocer cada rincón del escenario.
Sin embargo, no se trata de un walking simulator con sustos, pues los puzzles están muy bien trabajados, resultando totalmente lógicos, bien pensados y que nos obligarán sin duda a tener que apuntar más de un detalle -a no ser que tengas una buena memoria-. Aunque al principio podamos ver puertas, objetos o candados que no sepamos resolver, hay que darle tiempo al tiempo, pues al final el juego nos dará la pista necesaria para resolverlo, ya que aunque parezca un escenario reducido, no será así todo el tiempo.
Duración
Salvo honrosas excepciones, como es el caso de Outlast (1 y 2), normalmente estos juegos de miedo no suelen durar mucho, a no ser que incluyan una cierta dosis de acción o puzzles más complicados, en cuyo caso empiezan a pisar el terreno más bien de lo que sería un Survival Horror. Madison se encuentra en un interesante equilibrio, pues realmente no es recomendable excederse en este tipo de experiencias para no resultar cargante y perder el factor sorpresa, ofreciendo aproximadamente 5 o 6 horas de juego, incluso menos dependiendo de lo rápido que nos enfrentemos a los puzzles.
Una duración sin duda aceptable, que se complementa con la posibilidad de obtener coleccionables (que realmente no ofrecen nada, salvo el hecho de encontrarlos), y de consultar la propia lista de logros, disponible desde el menú extras. Más allá de conseguir una especie de Speedrun con un tiempo de menos de 2 horas y media, no ofrece una motivación extra para jugarlo.
Conclusión
Quizá en los últimos años, con la proliferación de juegos de terror que se desmarcan del concepto Survival Horror que nos ofrece la serie Resident Evil y todos los títulos que se inspiran en el trío Acción-terror-gestión del inventario, estemos un poco saturados de los que solo aspiran al susto fácil sin trabajar mucho el resto de aspectos. Sin embargo, Madison consigue alzarse entre estos montones con una propuesta que no sólo ofrece una experiencia de puro terror, sino que además entretiene con una historia truculenta pero sencilla de seguir y puzzles equilibrados que nos pondrán en los aprietos justos y necesarios.
Personalmente y siendo lo más auténtico posible, os digo que hay algunos segmentos donde se hace difícil seguir Madison porque el nivel de tensión y miedo es muy elevado. Consigue muy bien que sientas que no tienes controlada la situación y no ver los patrones que reducen esta sensación, al menos durante la mayor parte de la aventura, pero merece la pena superar la experiencia, ya que tiene varios momentos muy conseguidos y que sin duda recordaremos durante mucho tiempo. Por supuesto, abstenerse los asustadizos y débiles de espíritu porque no lo pasarán nada bien.