Desde su salida en 1997 Full Throttle cautivó al público y su versión remasterizada llega ahora a Xbox Game Pass. Aquí te contamos su historia.
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LucasArts es un nombre que evoca tantos lindos recuerdos, sobre todo a aquellos que aman las aventuras gráficas y que vivieron los años dorados del género con títulos como Indiana Jones and the Fate of Atlantis, Monkey Island, Loom, Grim Fandango, Day of the Tentacle y por supuesto Full Throttle, estos últimos tres de reciente llegada al Xbox Game Pass en sus versiones remasterizadas.
Pero mucho tiempo antes de ser remasterizado, Full Throttle había arribado en el mercado con muy buenas críticas tanto de parte de los jugadores como de los críticos, una combinación un tanto inusual de ver. Con el tiempo, el desarrollo de LucasArts se convirtió en un fenómeno de culto que supo hacer acopio de una base de fanáticos gigante. ¿Por qué entonces no hubieron secuelas? Contrariamente a lo que mucha gente cree, sí las hubo, al menos en papel, pero fueron canceladas de la noche a la mañana y poco se sabe de ellas excepto algunos detalles y sus nombres Full Throttle: Payback y Full Throttle: Hell on Wheels.
El primer (¿y único?) Full Throttle
La tapa del juego ya invitaba a probarlo: Ben, el personaje principal, sentado sobre su moto chopera Corley enfrente del título: Full Throttle y debajo la frase “A Heavy Metal Adventure”. En 1995 el packaging del juego era casi tan importante como el software en sí y por consiguiente se vendieron también varias ediciones especiales con cajas distintas, una de ellas incluía una guía estratégica y otra incluso anexaba una bandana con el logo de los Polecats, el club de motos protagonista del juego.
Si bien la primera versión del título fue diseñada para correr bajo DOS, las versiones posteriores ampliaron la compatibilidad del título con otros sistemas operativos más nuevos. La arquitectura de Full Throttle estaba diseñada con una versión alterada del querido motor SCUMM (Script Creation Utility for Maniac Mansion), que lo convirtió en el juego número 10 en utilizar este sistema. La remasterización de la aventura además de incorporar varias mejoras gráficas, llevaría al juego a una multitud de sistemas que ni siquiera existían en la época de la edición original.
El juego comienza con la escena que introduce al jugador en la historia futurista de Full Throttle. Allí conocemos a Malcolm Corley, CEO de Corley Motors, el último fabricante de motos del país y al vicepresidente de la compañía, cuyo aspecto físico nos muestra a las claras que se trata del malo de la historia, Adrian Ripburger, cuya voz es interpretada nada más y nada menos que por Mark Hamil (sí, Luke Skywalker…). Lo más sobresaliente es que ambos viajantes están en una limusina que vuela sobre la ruta cuando una banda de motociclistas sobrepasa a la limusina e incluso salta sobre el techo de ella. Lejos de enojarse, Malcolm Corley quiere hablar con el líder de la banda para que los acompañe a la junta de accionistas de la compañía y demostrar que Corley Motors no es solo un negocio sino un estilo de vida. Los Polecats rechazan la propuesta de acompañar al CEO y en medio de una trampa, Ben, el protagonista, queda inconsciente dentro de un basurero después de una golpiza por parte de los matones de Ripburguer.
Durante el transcurso regular del juego, se interactúa con personas y objetos por medio de un menú interactivo (que se activa presionando el menú izquierdo del ratón) en el logo de los Polecats, con el cual se pueden realizar las típicas acciones de hablar, investigar, agarrar, etc. El botón derecho del ratón permite acceder al inventario y utilizar los objetos ya recolectados. El juego, además, se podía guardar en cualquier lugar y momento, simplemente presionando F1.
El equipo creativo de LucasArts logró en Full Throttle plasmar grandes personajes individuales sino también bandas de motociclistas sumamente originales y con características exclusivas que ayudaron a profundizar la historia del juego. Por un lado están los Polecats, la banda principal con un gran concepto de moralidad y liderada por Ben, el protagonista del título. Los Rottwheelers, en cambio, poco saben de moralidad y están compuestos por matones de baja categoría. Los Vultures (o debería ser “las”) es una banda compuesta íntegramente por mujeres y mi favorita por su originalidad absoluta es la de los Cavefish, un grupo de motociclistas ¡casi ciegos!
El punto más flaco del juego fue su longitud. En un par de horas se puede completar, ya que los puzzles no son muy complejos y están creados a modo de complementar la historia. Dicho esto, cabe destacar también que varios de estos desafíos tienen un límite de tiempo que requieren a veces, que se repitan varias veces. Con esto no quiero decir que la historia se vuelva pesada ni mucho menos, la trama es impecable y los personajes la llevan perfectamente, y quizás es por eso mismo que el título se queda corto en tiempo.
Las secuelas que no fueron
Full Throttle Payback
Al principio de la nota anticipé que Full Throttle había tenido algunos intentos de continuación pero que por diversas causas sólo quedaron en eso, meros intentos. Full Throttle Payback fue uno de esos.
Cuando el proyecto comenzó Tim Schafer ya no era parte de LucasArts y no estuvo involucrado en el equipo de desarrollo de esta secuela. Según lo que trascendió, el equipo a cargo de esta segunda parte de Full Throttle estaba muy entusiasmado con el proyecto e incluso el área de marketing estaba enfocada en lo que iba a ser una campaña de lanzamiento a gran escala del título. Sin embargo, una de las personas más influyentes dentro de la junta directiva creyó que bandas como los Cave Fish no tenían lugar en este nuevo título porque no pertenecían a la franquicia. Es decir, la principal crítica la hacía una persona que ni siquiera había jugado hasta el fin la primera parte.
La historia del juego iba a ser un tanto similar a la del primer Full Throttle. Una corporación complotada con un gobernador corrupto local planeaba reemplazar todos los caminos asfaltados con plataformas de levitación para que las mini-vans y los autos familiares se desplazasen de forma más segura y rápida. Los motoqueros y los camioneros no se iban a quedar de brazos cruzados ante tal atropelllo e iban a luchar por sus caminos. Allí es donde entrarían en acción los Rotwheelers para asesinar a Father Torque, el líder de esta nueva alianza a favor del asfalto. Ben, nuestro querido protagonista, iba a estar en las sombras, acusado del crimen de Ripburger por el gobernador corrupto. La primera mitad del juego iba a tratarse de impedir el asesinato de Father Torque mientras que en la segunda mitad Ben se iba a unir a una reportera dispuesta a exponer los planes del gobernador. Con un conjunto de escenarios nuevos sumados a una temática similar a la original, el juego pretendía captar a los amantes del Full Throttle sin variar demasiado. Lamentablemente, el juego se canceló cuando apenas llevaban 25% de los niveles hechos y un 40% del arte de pre-producción terminado. ¿Fue todo por culpa de una persona muy influyente dentro de LucasArts cuyas diferencias con los desarrolladores fueron irresolvibles? Nunca lo sabremos….
Full Throttle: Hell on Wheels
A mediados del 2002 LucasArts anunció oficialmente el desarrollo de una secuela para Full Throttle que no solo vería la luz en la PC sino que también irrumpiría en el mercado de las consolas, acelerando en las rutas de la Xbox original y la Playstation 2. Incluso el, por aquél entonces, presidente de LucasArts dijo en una conferencia de prensa que “Ben simbolizaba el legado de la compañía y que tenía la mezcla perfecta de actitud y visceralidad para atraer a una nueva generación de jugadores”. El año siguiente, en la E3, se exhibió un tráiler y una demo del juego, para despejar cualquier duda sobre su desarrollo.
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La historia seguía a Ben en su camino por descubrir quién había destruido las rutas de su pueblo: El Nada. Para eso, une fuerzas con su mentor Father Torque y su ex novia Maureen, ambos personajes que regresaban a la saga. Por lo poco que trascendió del juego, el estilo variaba muchísimo del original, enfocándose más hacia la acción que a la aventura, pudiéndose incluso realizar combos en las partes de lucha y con un medidor de fuerza que indicaba cuanto poder tenían cada uno de los ataques. También era posible arrojar sillas, botellas, tacos de pool, etc. Ben incluso podía cambiar de motos en lo que se pensaba sería un juego de 35 niveles distintos.
¿Por qué entonces el “símbolo del legado de la compañía” quedó apenas en un demo? Poco se sabe, lo cierto es que apenas unos meses después de esa E3, LucasArts anunció la cancelación del título, para la sorpresa de muchos fanáticos y críticos.
Se cree que LucasArts no quedó del todo conforme con el aspecto gráfico del título, en especial si se comparaba con otros títulos en 3D que estaban en pleno auge durante ese período. Sumado a eso, estaba el hecho de que Tim Schafer no era parte del proyecto, lo cual se pensó hubiera irritado a los fanáticos más puristas del título, y también quizás haya jugado un papel en esto la muerte en 2002 de Roy Conrad, quien era el encargado de la voz de Ben Throttle.
Si me preguntan si volveremos a ver a Ben en su moto protegiendo los caminos asfaltados del futuro del mundo, les diría que hoy por hoy no lo veo posible, más que nada por la dirección que tomó LucasArts de alejarse del género de la aventura y el hecho de que la mayoría (por no decir todos) los que trabajaron en el Full Throttle original ya no trabajan en la empresa. Sin embargo, en un escenario cada vez más dominado por la escena indie, no me extrañaría ver en un futuro una campaña de Kickstarter para juntar fondos para un nuevo Full Throttle. Y si es así, no duden en que mi nombre aparecerá entre los que aportan.
Pero no todas son malas noticias, a partir de este 29 de octubre podremos volver a recorrer las rutas en nuestra Corley Favorita junto a Ben y los Polecats en Full Throttle Remastered en Xbox Game Pass.