Analizamos Trüberbrook, una vistosísima aventura gráfica con reminiscencias de Twin Peaks y el cine de Wes Anderson.
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Uno de los géneros más dados a beber de cine y televisión, o el que más fácil tiene plasmar sus referencias por su naturaleza eminentemente narrativa, es el de las aventuras gráficas. Hace un par de años llegaba hasta nosotros Timbleweed Park, un point and click gloriosamente pixelado que bebía directamente de referentes como Twink Peaks o Expediente X. Así nos llega Trüberbrook, una misteriosa aventura situada en la Alemania rural de los años 60, y que mezcla con bastante sabiduría, Twin Peaks, la estética del cine de Wes Anderson, y en general el sabor de las producciones menores del canal de cable americano Scyfy.
Por si esto fuera poco llamativo Trüberbrook se apunta a la tendencia de los juegos artesanales, en la onda del maravilloso Cuphead pero en este caso apostando por la animación de figuras de plastilina, en escenarios creados a mano. Con estos principios básicos se construye una aventura de viajes en el tiempo, y costumbrismo centroeuropeo. Estamos ante una delicia para los sentidos, y para aquellos que disfrutan cazando guiños y referencias, pero que tiene algunos problemas en su primera mitad, y no termina de despegar hasta bien entrado el juego, tal y como expondremos a lo largo de este análisis.
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Apartado técnico
Trüberbrook es un título algo complicado de valorar a nivel técnico. Acostumbrados a tratar de resoluciones y fps, nos damos cuenta que son unos términos que no tienen cabida aquí. Así pues no nos queda otra que decir que estamos ante un título esplendoroso a nivel visual, con personajes bien diseñados, y sobre todo escenarios preciosos. Es cierto que la deuda con la estética de Wes Anderson es grande, ahí está esa gama cromática de colores otoñales y amarillo mostaza, y un vestuario y diseños que no han optado seguramente por el realismo respecto a los años 60, sino que los idealiza y adapta a lo que hoy consideraríamos una estética “sesentera”.
Si en lo visual el juego pide prestado mucho a Wes Anderson, a nivel musical es con Angelo Badalamenti, músico habitual de David Lynch, con quién tiene una deuda tremenda. Como punto positivo podemos decir que el juego no se esconde, ni intenta pasar aciertos ajenos por propios, sino que se lanza incluso a la autoparodia con algunas “versiones” de temas clásicos de Twin Peaks bastante descacharrantes vistas por quien conoce los originales. En cuanto a diseño de sonido y actuaciones el título se nota cuidado, y todos los personajes están actuados con talento y oficio, aunque sin destacar tampoco demasiado. En definitia Trüberbrook se muestra como delicia para los sentidos, aunque algo convencional y sin demasiadas sorpresas.
Jugabilidad
El convencionalismo de Trüberbrook impregna también el apartado puramente jugable. Estamos ante una aventura point and click sin más ni más, que hace de forma correcta todo lo que sus antecesores hacían, y que en su traslación a consolas resulta eficaz aunque un tanto fría, facilitando en ocasiones al jugador demasiado la tarea de hacerse a la idea de qué es lo que tiene que hacer. Trüberbrook se quiere enseñar, y quiere contar, y no está dispuesta a que los puzzles dificulten tan nobles tareas. Tanto es así que en algunos automatismos en los menús contextuales, o la posibilidad de revelar los puntos de interés en la pantalla hagan que roce el subgénero de la visual novel.
Como decíamos al principio del análisis, si hay un género en el que el guión y la estética pueden conseguir un pase gratis para los defectos técnicos o jugables, es el de la aventura gráfica. Sin embargo Trüberbrook comete el pecado de tener algunos problemas narrativos que hacen que la estupenda primera impresión deje paso rápido a la rutina. Hay arcos argumentales que no llevan a ninguna parte como el del hospital psiquiátrico, y otros que resultan tremendamente previsibles desde que se plantean. Afortunadamente para el juego a partir de su ecuador las cosas vuelven a ser tan excitantes como al principio, y aunque los puzzles nunca lleguen a estar a la altura de sus otros valores, acaba dándonos un poco igual.
La entrada en acción de determinado personaje, coincide con un pico de dificultad (y también de ingenio), en el juego que contribuye a ponernos en órbita y recuperar todo el interés en acabarlo y poder desentrañar sus misterios. La impresión general del juego acaba siendo positiva, por aquello que dicen de que con un buen arranque y un buen cierre cualquier historia funciona.
Duración
No sabría decir cuanto podría haber durado Trüberbrook de haber tenido acertijos más desafiantes, pero tal y como nos ha llegado el juego puede completarse en unas cinco o seis horas. Sus creadores han sido bastante listos al jugar con los logros para conseguir que algunas pequeñas decisiones puedan obligarnos a una segunda pasada para conseguir completar los ansiados 1000g, y además el título cuenta con más de un final aunque para verlos no sea necesaria una segunda partida.
En este apartado tenemos que volver a recordar que hay pequeñas tramas en el juego a las que se les podría sacar más jugo, y haber alargado la experiencia con gran agrado por parte del jugador. Pequeños misterios como el “gato”, personajes como el de la senderista, o todo el segmento del hospital psiquiátrico que ya habíamos señalado, piden a gritos una continuidad pero simplemente se acaban cuando ya han cumplido su función más básica. Suponemos que al fin y al cabo estamos ante un juego indie, que para colmo ha apostado por una estética y un modelo de creación tremendamente laborioso, y que probablemente requirió de sacrificios que si bien no llegan a embarrar el juego demasiado, sí que nos dejan con ganas de más.
Conclusión
Es una pena que en un juego tan artesanal, y seguramente en un proyecto tan personal para sus creadores, no se hayan cuidado los aspectos jugables, que inevitablemente separarán Trüberbrook del olimpo en el que se encuentran joyas indies como el ya mencionado Cuphead. Si se hubieran desarrollado las tramas convenientemente, y se hubiese tirado un poco más de creatividad en diálogos y puzzles podríamos estar ante uno de los bombazos indies de la temporada.
Sin embargo nos tendremos que conformar con un juego notable, que hace algunas cosas muy bien y que consigue una impresión general bastante positiva, pero que difícilmente ser un título “para la historia”, y es difícil de creer viendo su trailer o algunas capturas del juego, pero en Trüberbrook el estilo se ha apoderado completamente del escenario relegando a la esencia a un segundo plano.