A las puertas del E3 y con la cantidad de fechas que se van a anunciar, os preguntamos si sigue valiendo la pena reservar juegos a día de hoy.
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El E3 de 2018 da el pistoletazo de salida esta noche a partir de las 20:00 con el EA Play de Electronic Arts, al que le sucederán el resto de conferencias de prensa que millones de aficionados a los videojuegos van a seguir con gran expectación. Las grandes editoras ponen toda la carne en el asador para presentar los proyectos en los que llevan meses trabajando, mientras los jugadores hacen círculos en los días de lanzamiento ya confirmados de sus calendarios.
Una vez anunciados los títulos, empieza la batalla de la promoción, y las tiendas de videojuegos tienen que organizarse para cubrir la futura demanda. Cada vez saben más de antemano lo mucho o lo poco que van a vender, y eso es gracias a una práctica que se extiende y está en auge: las reservas y las precompras, muy importantes en la venta online por la inmediatez que proporcionan, y a su vez en las tiendas físicas tradicionales. Pero ¿son realmente necesarias? ¿qué impacto tienen en los consumidores?.
Cuando le entregamos el alma a la tienda
Para empezar, hay que distinguir los conceptos. Una reserva suele ir unida a dejar una “paga y señal”, aunque hay tiendas como Amazon que se permiten el lujo de no cobrar nada ni penalizar con dicho importe la cancelación de un juego. Mientras que una precompra, se suele ver en tiendas que requieren el dinero por adelantado para asegurarse la venta, y por consiguiente la copia al cliente. En ambos casos, el jugador se expone a elegir en qué tienda prefiere ejercer su derecho de compra, y dado que las tiendas tienen muy poco margen con el que jugar, ya que de cada copia se quedan con un porcentaje muy pequeño, tienen que hacerlo con otro tipo de incentivos, ya sea en forma de regalos, contenidos digitales extra, u otros servicios ajenos a la distribuidora. Algunas incluso tiran de poder comercial, y firman exclusivas con distribuidoras para que ciertas ediciones limitadas solo puedan ser adquiridas en sus tiendas. Esta pelea por llevarse el gato al agua, no suele terminar bien para el jugador, quien en lugar de aprovecharse de la competencia de las tiendas, se ve obligado muchas veces a adquirir la edición del juego que más le interesa, donde menos le interesa.
Cuando le entregamos el alma al juego
Tener fé en un juego y apostar él, hoy por hoy es un deporte de riesgo. Las compañías, muy dadas a los pases de temporada, nos prometen años de contenidos a través del pago de una cuota que solemos pagar a ciegas por el hype que nos produce el lanzamiento del juego, pero luego, casi siempre se queda en poco o nada, y no suele satisfacer a los jugadores, que además tiempo después ya están centrados en otro. Hay casos muy positivos, como las expansiones de The Witcher 3, desarrolladas tras el lanzamiento, y no extirpadas previamente de la versión que salió a la venta, pero seamos sinceros, no es lo habitual. En otros casos, como con el lanzamiento de Overwatch, el juego recibió criticas por aparecer en el mercado muy escaso de contenido, pero Blizzard prometió actualizaciones gratuitas que ha ido cumpliendo con muchísimo éxito, aunque eso sí, los jugadores que reservaron o compraron el juego de lanzamiento, abonaron 60€ sin saber a ciencia cierta qué iba a venir más adelante. Han tenido la suerte de disfrutarlo desde el primer día y de verlo crecer, pero pudo no ser así.
Lamentablemente, las distribuidoras en colaboración con las tiendas se esmeran en aumentar el hype en redes sociales y eventos, pero luego somos los jugadores quienes nos enfrentamos a parches “day one” y a decepciones mayúsculas, como que un juego venga con un sistema de progresión “sacacuartos” (Star Wars Battlefront II), sin localización en nuestro idioma y región (State of Decay 2), plagado de bugs y problemas (Kingdom Come Deliverance), con problemas en los servidores (Sea of Thieves), o downgrades sonados, como el del primer Watch Dogs, o el del ridiculizado No Man’s Sky.
https://www.youtube.com/watch?v=-5jWtz3rzco
Al final, no hay incentivo por reserva que compense la decepción, y aquí seguimos, con un largo etcétera de despropósitos que hacen que los jugadores nos planteemos muy seriamente el adquirir los juegos pasado un tiempo y no confiar a ciegas nuestro dinero. Principalmente por una cuestión de precio (a excepción de Nintendo), pues salen tantos y hay tanta competencia, que en un breve espacio de tiempo podemos adquirirlos a un 20% o 30% de su coste inicial. Y luego por obtener las versiones más pulidas, ya que ya sea por presiones o por cumplir con las fechas establecidas, los juegos nos están viniendo desde hace tiempo con muchísimos problemas, y ya estamos del “tú me pagas y luego yo te doy” y del “tú me pagas y luego yo te arreglo”… un poquito hartos.
* Imagen de portada: Polygon.com