Crawl es una lucha sin cuartel en el que la espada y lo sobrenatural se baten en un duelo sin tregua, a lo largo y ancho de un puñado de laberínticas mazmorras, en el que solo puede haber un único vencedor.
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Un nuevo miembro se une a la gran familia del género del roguelike en esta prolífica generación. Crawl viene dispuesto a hacerse un hueco privilegiado en este nicho de la industria con varios puntos de importancia a su favor. Uno es el factor nostalgia. Crawl utiliza la técnica acuñada como artesanía del pixel para crear un juego con tecnología actual para recrear un aspecto usual en los lanzamientos de hace treinta años. Aprovecha esa morriña retro incluso antes de iniciar la partida, dejándose ver el típico cartel de Insert Coin. El otro es la inclusión de la jugabilidad que tenían los programas de aquel entonces.
Más adelante profundizaremos en cada uno de estos dos apartados, pero ya os advertimos que este no es un juego que vaya a dejar indiferente a nadie. En estos días quizás estemos más acostumbrados al hyper-realismo, pero de haberse vendido Crawl en una de las dos últimas décadas del siglo pasado, algún que otro progenitor habría puesto el grito en el cielo por el hecho de mostrar sangre y criaturas demoníacas en pantalla.
Crawl es un vicio en multijugador, y un auténtico reto - ¡Comparte!
También viene dispuesto a dejar huella en reuniones de familiares y amigos, ya que permite hasta cuatro jugadores simultáneos y no para colaborar entre sí precisamente. Crawl garantiza piques y competitividad en cantidades industriales si tienes suerte de tener hasta cuatro mandos y tres amigos con los que verte las caras.
¿La historia? Bueno, ya sabéis que en este género eso es lo de menos. Solo importa saber que estás en una mazmorra y que debes ser el único de la compañía de guerreros que debe sobrevivir. Este es un juego frenético, en el que lo último que debes hacer es tomarte tu tiempo para planificar el siguiente paso. Hacerlo equivale a morder el polvo, así que prepárate porque Crawl es una lucha sin cuartel en el que la espada y lo sobrenatural se baten en un duelo sin tregua, a lo largo y ancho de un puñado de laberínticas mazmorras, en el que solo puede haber un único vencedor.
Apartado Técnico
El equipo desarrollador de Crawl consigue crear un universo de catacumbas, criaturas maléficas y enormes jefes finales tejiendo con habilidad millares de píxeles. Su aspecto retro salta a la vista y esta es una de sus grandes virtudes para los nostálgicos. Sin embargo, hay que reconocer que este mismo juego, con un apartado visual más moderno utilizando técnicas más avanzadas como el cell shading, sería enormemente más vistoso y atractivo.
Aun así, y dejando a un lado las preferencias personales de cada uno, existe una cierta monotonía y descompensación entre el diseño que muestran los héroes, los escenarios (clónicos) y el de los enemigos, siendo estos los que disfrutan de un acabado mejor definido. Y, de nuevo dejando a un lado lo que le guste más a unos y a otros, hay que reconocer que el motor Unity permite mover y confeccionar un apartado técnico mucho más potente.
En cuanto a rendimiento, el juego funciona como la seda, sin error alguno que empañe la experiencia. Su minúscula carga visual repercute en una funcionabilidad impecable que no renquea por ningún lado. Más allá de la simpleza en su imagen, no se le puede achacar mayor carencia o defecto.
Sobre su apartado sonoro, decir que en los ochenta o noventa habría generado un corro a su alrededor en el salón recreativo en el que estuviese ubicada la máquina. Sus melodías son machaconas y simplonas, cuya función es rendirse al frenético ritmo de juego para potenciarlo. Los efectos de sonido parecen sacados del mejor beat ’em up clásico y están elegidos con mucho acierto. Por último, damos un tirón de orejas al estudio por no haber traducido al español los textos. Esto habría sido de agradecer en la tienda del juego, ya que la descripción de los hechizos y las mejoras no te van a quedar nada claras salvo que tengas un buen nivel de inglés, propiciando así que compres un hechizo o mejora por error, siendo este peor, o menos de tu agrado, que el que llevabas equipado.
Jugabilidad
Crawl es puro vicio en vena. Esta es, sin lugar a dudas, su mayor virtud. Tanto en su modo individual como en el multiplayer, mantiene siempre un ritmo elevado en el que prima la acción por instinto cuando eres humano y la retorcida planificación (sin dormirse en los laureles) cuando eres un fantasma.
Cada partida empieza en una celda o campamento, en la que se encuentran los jugadores que se hayan unido a la partida. Todos son guerreros que han venido a masacrar a la bestia que guarda el templo de piedra. No obstante, solo uno de ellos podrá tener el privilegio de completar tan insigne tarea. Así, nada más empezar, los jugadores cruzarán sus espadas y el campeón cruzará la puerta, desbloqueda tras el derramamiento de sangre, que desemboca en un entramado laberíntico de estancias y pasillos.
Mientras tanto, los jugadores vencidos aún tienen mucho que decir y hacer a partir de ese momento. Manejando a las almas en pena de nuestros respectivos y apaleados guerreros, podremos poseer objetos y trampas con las que complicar el trasiego del ganador de la pelea inicial. Además de eso, en determinadas habitaciones, encontraremos pentagramas dibujados en el suelo que nos permitirán invocar criaturas del averno para acabar con la vida con nuestro verdugo.
Lo mejor de esto es que, si conseguimos rebajar a cero la barra de salud del guerrero, volveremos a reencarnarnos y, a partir de entonces, seremos nosotros quienes retomaremos la andadura en pos del jefe final. Pero cuidado, tanto los otros espíritus como el del recién defenestrado y usurpado héroe, nos agrderán con sus poderes poltergeist y de invocación. ¡Y no se vayan que aún hay más! Como guerrero, tienes que acumular oro luchando y abriendo cofres a la par que esquivas trampas e intentas sobrevivir, y, como espíritu, tienes que intentar dañar el máximo posible al humano y recolectar ectoplasma con el fin de acumular ira.
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En cada mazmorra hay un número determinado de estancias, entre las que siempre habrá una tienda y un portal teletransportador. La ira te servirá para hacer más poderosas a tus criaturas, y en la tienda podrás comprar armas, hechizos y habilidades para nuestro personaje humano. En cuanto al portal, solo podrás cruzarlo si has alcanzado el nivel diez, para ir directos a la lucha contra el jefe final. Si no conseguimos derrotarlo, volveremos a la mazmorra y seguiremos nuestro camino hasta encontrar un nuevo portal. Los portales pueden usarse tres veces. Después de esto se destruyen y las fuerzas del Mal habrán vencido, con lo que solo debes entrar en uno si te ves con posibilidades de salir victorioso.
Sin embargo, no puedes dormirte en los laureles, porque si te matan y uno de tus adversarios, al convertirse en humano, entra en el portal y mata al jefe, habrá ganado la partida. Como se puede entrever, esta mecánica de juego propicia una ensalada tremenda de piques entre los jugadores (o entre tú y los bots, si juegas solo), que os llevará a iniciar una partida tras otra para resarciros de la última derrota o para engrosar tu currículum de victorias. Una lástima que no se haya incluido la posibilidad de jugar online, pero os aseguramos que merece la pena juntarte con tres amigos para ver las caras que se les ponen cuando pierden. Otro tema es que si pierdes tú, ellos se lo van a pasar pipa a tu costa.
Duración
Crawl no dispone de una campaña al uso ni de un final definido. Cada partida acaba cuando matamos al jefe final correspondiente y luego podéis volver a iniciar una nueva hasta que os canséis. Los escenarios se generan aleatoriamente, con lo que cada tentativa es diferente a la anterior, y los jefes se van turnando y no siempre tendrás que abatir al mismo.
Lo que está claro es que el juego es muy rápido y no tienes apenas tiempo para pararte a pensar, pero cuando comienzas a dominarlo puedes llegar a trazar estrategias (que pueden funcionarte o no) a la hora de afrontar cada contienda. Comprar armas no siempre es buena idea, ya que hay que racionar el oro, pero si dejas armamento en stock y luego mueres, el que te relega como humano puede ir a la tienda y comprarlo todo. De este modo, si le vuelves a vencer y visites de nuevo la tienda, no quedará nada de interés que adquirir.
Como fantasma también tienes que decidir rápido si atacas al héroe poseyendo trampas u objetos o invocando monstruos. Tampoco puedes quedarte en Babia, de lo contrario el guerrero avanzará inexorablemente. Insistimos en que la fórmula funciona y engancha cosa mala. Es por ello que (salvo que tu gusto personal no se adapte a lo que ofrece), tienes juego para rato. Jugando solo no creemos que te mantenga pegado al mando más de cuatro o cinco horas pero, en compañía, las horas se os irán volando y será uno de los juegos de cabecera que revisitarás periódicamente cuando tengas visita en casa.
Además, el juego consta con un modo llamado Vault, en el que controlas a un determinado tipo de bestia en un escenario cerrado. El objetivo es aguantar el envite de un guerrero, controlado por la CPU, el máximo de rondas posible. Este modo de juego es un añadido interesante, aunque sin demasiado empaque, quedando en segundo plano frente al modo de juego principal y seguramente no le dedicarás demasiado tiempo.
Conclusión
Crawl es un juego reto como la copa de un pino. Y no lo decimos solo por su aspecto visual y sonoro, sino por su directa jugabilidad y por lo divertido que resulta tanto en compañía como en solitario. A pesar de que su apartado gráfico es demasiado discreto para los tiempos que corren, te recomendamos darle una oportunidad, sobre todo si tienes más de un mando en casa, porque las risas están aseguradas.
*Gracias a por habernos proporcionado el material para la review.