Analizamos Pix the Cat, un simpático arcade para amantes del género con suculentas innovaciones.
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Si sois fans de Generación Xbox y del lore que compartimos, construido a través de nuestros podcast y ardientes cuentas de Twitter, habréis podido observar que los jugones que componemos esta entrañable comunidad estamos enamorados de los gatos. Enfermizamente enamorados. Imaginaos pues el calor que entró en mi pecho cuando nuestro Pedro del Pozo, deidad particular a la hora de asignar juegos a los humildes redactores, me señaló con el dedo para llevar a cabo el análisis de Pix the Cat.
Un paraíso gatuno se abrió ante mí, maullidos celestiales, memes infinitos. Ha llegado un punto en que ya da igual la calidad del juego si este lleva gatos. Y no un gato cualquiera, si no uno que debe guiar a unos pollitos a través de unos portales tridimensionales que los transportan a otro universo desconocido. ¿Os habíais preguntado alguna vez qué hacía el gato de Schrödinger en la caja mientras esperaba a que alguien la abriera? Probablemente, jugar a Pix the Cat.
Y después de toda esta retahila de tonterías para amenizar un poco este riguroso análisis, toca ponerse serios, sacar las palabras rimbombantes y las gafas de pasta. Pix the Cat es uno de esos juegos arcade que apelan a la nostalgia sin perder por ello la frescura o las señas de identidad propia. Un grandioso ejemplo de cómo utilizar la herencia adquirida para mejorarla y hacer algo completamente nuevo. Tomando arcades como Snake o Pacman entre sus principales referentes, Pix the Cat da un paso más allá y aprovecha atributos como la agilidad mental y la rapidez a los mandos para llevarnos por un viaje de psicodelia infinita a lo más profundo de una pantalla de televisión que irá deconstruyéndose a medida que avancemos por los diferentes niveles.
Un juego que conoce muy bien cuáles son sus cualidades para explotarlas de una forma maravillosa. Pix the Cat es, en su esencia más, lo que debería ser cualquier juego: un reto.
Apartado Gráfico
La eterna dialéctica cuando nos toca analizar un indie. ¿Cuál debe ser la vara de medir? Que los gráficos de Pix the Cat sean sencillos no le haría necesariamente suspender en este apartado, pero si es verdad que tampoco pasará a la historia por haber supuesto una ruptura de cualquier tipo. Pix the Cat cumple con su cometido, pero no intenta ir más allá. Intensos colores herederos de la mejor herencia de Tron salpicados de estética retro pixel se conjugan para acompañar a nuestro nuevo gato preferido. Especial atención a la gama cromática utilizada, que combina con sapiencia los negros con otros colores más estridentes.
Algo que me ha llamado mucho la atención del juego es una de sus diferentes modalidades juego, la llamada «Nostalgia». Con una estética cartoon algo anterior a lo que quiere proponer Cuphead, nos permite sumergirnos en la misma mecánica del juego pero con unos gráficos decididamente detallados que nos evocarán al ratón Mickey y compañía en sus años más mozos.
Jugabilidad
El plato fuerte en este tipo de indies, proyectos que apoyan todo su peso en el ingenio de sus mecánicas y puzzles. Obviamente, no es una excepción en nuestro caso, y es que mucho antes de que nosotros le pusiéramos las patas encima, críticos de todo el mundo ya han encumbrado a Pix the Cat como un pequeño gran juego muy a tener en cuenta. Solo hay que ver ese 77 en Metacritic, al que muy pronto nosotros también sumaremos nota. La premisa es sencilla. ¿Os acordáis cuando en el videojuego Snake debíais tener cuidado de no comeros la cola mientras ibais recolectando items por el escenario? Cambiadlo por un gato, unos huevos y unos pollitos y tendréis Pix the Cat.
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El objetivo es simple: diseminados por la pantalla de cada nivel, nos encontraremos unos huevos que debemos recoger para que eclosionen y salgan unos pollitos muy majos que nos tomarán como su madre. A partir de ahí, nos seguirán y se pondrán en cola, y nosotros deberemos depositarlos en las zonas iluminadas del escenario, lo que provocará que desaparezcan.
Esta premisa se desarrolla con un sistema de niveles in crescendo que cada vez ubicarán de forma más ingeniosa los elementos a recoger y devolver y además, aumentará la velocidad, lo que nos hará menos hábiles a la hora de realizar los giros. La forma de pasar de pantalla a pantalla es realmente donde reside la genialidad del juego. Una vez depositados todos los pollitos, se nos abrirá una especie de portal por el que deberemos pasar y nos llevará a una capa más profunda del pixel.
En todos los niveles podremos desandar nuestros pasos y volver hacia atrás, lo cual se utilizará muchas veces en nuestro beneficio para resolver los propios puzzles, por lo que no solo deberás jugar con la pantalla en la que estás, si no en la que has dejado atrás. El objetivo del juego es depurar la técnica hasta hacer el mayor número de puntos en el lapso de tiempo que te dan. Una vez acabado cada intento, se irán desbloqueando nuevos modos y pantallas.
Los modos alternativos al arcade más clásico van desde Nostalgia a Laboratorio y ambos se asientan sobre la misma premisa. Niveles cerrados donde deberemos resolver cuál es el mejor camino para transportar a los patitos a la vez que intentamos controlar lo mejor posible nuestro gato La diferencia entre estos dos modos y el arcade es que el arcade no se divide por niveles cerrados y estos sí, lo que le da mucho más frenetismo al primero.
Además, se ha añadido la opción Arena, para jugar con tus amigos en un modo bastante destroyer donde, básicamente, debes acabar con tus amigos y sus pobres patos. He de añadir para finalizar que se nota muchísimo que el origen del juego es el PC, y es que cuesta controlar los movimientos gatunos si nos vamos a valer del joystick. En este caso, lo más cercano que tenemos a un teclado es la cruceta, mucho más precisa a la hora de gestionar los movimientos.
Duración
La peculiaridad de los juegos no lineares es que son prácticamente infinitos y depende más de cuándo te canses tú a cuándo se acaben los niveles. Con los diferentes modos de juego, y además, el modo arena, la vida del juego queda asegurada siempre que te gusten sus mecánicas. Además, en Arcade tendremos dos versiones de juego Main y Daily.
La primera se mantiene siempre inmutable y lo único que varía es tu pericia mientras mejoras la curva de aprendizaje. En la segunda, nos encontraremos con pantallas cambiadas cada día, pero que en esencia acaban siendo lo mismo.
Conclusión
Gatos, videojuegos e internet. ¿Qué más se puede pedir? Pix the Cat es un más que correcto videojuego que satisfará a los jugadores que ya disfrutaron en su día con propuestas como Pacman o Snake. Aquellos que busquéis más que un juego de habilidad inteligente para pasar el rato, esta escurridiza propuesta de Pastagames (sí, el nombre del estudio) quizá os sabe a poco.
Y es que siempre es de agradecer que todos los pequeños indies posibles que pudieron disfrutar los jugadores de PC también den el salto a consolas, por lo que sería un error repudiarlos por ser así, pequeños.
*Gracias a Neko Entertainment por habernos proporcionado el material para la review.